El Embajador estadounidense confió en que la suspensión de las fumigaciones con glifosato en Colombia no marque un retroceso en la lucha contra el narcotráfico a la vez que expresó reparos contra la erradicación manual de las plantas de coca, según una entrevista divulgada el domingo.
Kevin Whitaker, jefe de la diplomacia estadounidense en Colombia, negó en entrevista con el diario El Espectador que su país hubiera “interpretado” como un desafío la decisión adoptada días atrás por el presidente Juan Manuel Santos de cesar las aspersiones y dijo percibirla como una “decisión soberana” que aceptan.
Sostuvo, sin embargo, que no fumigar con el herbicida puede representar “un riesgo” en la lucha contra el narcotrafico, un delito que Estados Unidos ayuda a enfrentar con multimillonarios recursos entregados a varios países del sur y centro de América. Este hecho “hay que tenerlo en cuenta y contar con una estrategia para asegurar que las cosas no empeoren”, detalló el Embajador.
Santos adoptó la recomendación del Ministerio de Salud que, acogiendo conceptos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sostuvo que al parecer el glifosato causa cáncer en los seres humanos.
En opinión de Whitaker, “el glifosato es el método más eficaz y seguro” para acabar con los cultivos de coca, planta de la cual se obtiene la cocaína. Dijo, en cambio, que la erradicación manual como técnica alternativa -a la que ya se acude en Colombia mediante la vinculación de docenas de campesinos- es “difícil, peligrosa, demorada y además muy costosa”.
“No tenemos mucho que ver con la erradicación manual, ese es un programa colombiano y no está financiado por nosotros, aunque podemos buscar aumentar nuestra participación. Vamos a escuchar qué quiere el Gobierno”, expresó el jefe diplomático.
Whitaker aseguró que Estados Unidos reforzará la contribución a Colombia y a otras naciones en las tareas de interdicción de cargamentos de droga, la destrucción de laboratorios y el intercambio de información para neutralizar a las organizaciones narcotraficantes.
Colombia, que es el único país del mundo que fumiga desde el aire con herbicidas los cultivos ilícitos, durante las dos últimas décadas ha rociado con esos compuestos más de 1,6 millón de hectáreas.