Una lluvia de estrellas Perseidas y una bella alineación planetaria, serán dos eventos astronómicos espectaculares que nadie debería perderse este jueves 12 de agosto.
La sociedad astronómica Urania informó que justo cuando el Sol se oculte se podrá apreciar la conjunción de Marte, Venus, Saturno y debajo de ellos a Mercurio.
Poco después comenzarán a apreciarse algunas de las estrellas fugaces provenientes desde la constelación de Perseo, que conforme avance la noche irán incrementándose hasta llegar, según estiman los astrónomos a un numero de mas de 80 por hora.
El fenómeno se prolongará hasta el amanecer y podrá ser apreciado por los observadores celestes que se maravillarán, una vez más, como lo han hecho durante los últimos dos mil años con uno de los fenómenos astronómicos más espectaculares.
La sociedad astronómica Urania del estado de Morelos señaló que debido a la presencia de fenómenos meteorológicos como ondas tropicales, esta no podrá ser observada en muchas zonas del país, sólo en donde el cielo se encuentre despejado.
Los cazadores de meteoros comenzarán su guardia a partir de las 21:00 horas del jueves 12 de agosto cuando la constelación de Perseo salga por el Noreste.
Este es el momento para buscar los meteoros Perseidas que se acercan desde el horizonte y rozan la atmósfera como piedras que saltan sobre la superficie de un lago.
Para obtener mejores resultados en su observación es recomendable alejarse de las luces de la ciudad. Las Perseidas más brillantes se pueden ver desde las ciudades, pero las ráfagas más espectaculares, compuestas por meteoros tenues y delicados, sólo se podrán observar en las zonas rurales.
Las perseidas comienzan su actividad desde finales de julio llegando al clímax el 12 de agosto. Este año la ausencia de la Luna favorecerá su observación, aseguró la sociedad astronómica Urania. El fenómeno tendrá su mejor momento antes del amanecer del viernes 13 de agosto.
El primer registro con que contamos de las perseidas proviene de China en el año 36 de nuestra era; posteriores registros de los siglos VIII, IX, X, y XI provenientes de China, Corea y Japón vuelven a constatar la ocurrencia de las Perseidas.
En los siglos XII y XIX existen nuevos reportes esporádicos del fenómeno y no es sino hasta este último siglo cuando se realiza la primera observación científica de las Perseidas, en 1835 por parte de Quetelet, observador belga quien descubre que los meteoros de las Perseidas surgen de la constelación de Perseo.
En 1839, el astrónomo Edward Heis realizó el primer registro por hora de éstas, contabilizando más de 160 por hora.
Entre 1864 y 1866, el astrónomo italiano Virgilio Schiaparelli realizó observaciones de las Perseidas que las relacionaba con la aparición del cometa Swift-Tuttle (1862 III), descubriendo la relación que existe entre otras lluvias de estrellas con los cometas.
Schiaparelli estableció que lo que veíamos arder en la Tierra como estrellas fugaces durante las Perseidas eran sencillamente los restos del cometa Swift tuttle distribuidos a lo largo de su órbita.
De acuerdo a la NASA el origen de esta lluvia es el cometa Swift-Tuttle. Aunque el cometa se encuentra alejado de la Tierra, actualmente está ubicado más allá de la órbita de Urano, una cola de escombros del cometa se extiende a través de todo el camino de regreso a la Tierra.
Al cruzar dicho camino en agosto, la Tierra intercepta partículas de polvo del cometa que chocarán con la atmósfera a 212 mil kilómetros por hora.
A esa velocidad, incluso el más pequeño fragmento de polvo produce una vívida estela luminosa cuando se desintegra una estrella fugaz.
Las Perseidas han presentado en los últimos años una disminución en el número de meteoros por hora estimados en promedio en un número de 80, luego del paso reciente del cometa Swift-tuttle en 1992, cuyo periodo es de 120 años, por lo general las lluvias de estrellas aumentan su actividad con el paso cercano de su cometa de origen por el Sol.
Así, en 1993, durante la lluvia de agosto de ese año, observadores europeos reportaron hasta 500 meteoros por hora.
Aún sin saber identificar las constelaciones, casi con seguridad podremos mirar una Perseida, siempre y cuando las condiciones meteorológicas sean propicias pese a vivir en una zona urbana iluminada.
Las partículas que componen las Perseidas son del tamaño de un grano de sal y arden al entrar a la atmósfera a 100 kilómetros arriba de nuestras cabezas.