“¿Lo que Colosio quería en su discurso es el país que tenemos hoy?”, pregunta Manuel Camacho Solís, alzando la voz. Tiene las cejas arqueadas y muerde una manzana. “El asesinato
reactivó el autoritarismo en un momento en el que el régimen se estaba abriendo y provocó un daño profundísimo, un daño que sigue lastimando al país.”
Dice que a 20 años del crimen es momento de elevar la verdad a derecho constitucional para conocer lo que sucedió alrededor del magnicidio de Lomas Taurinas.
“Yo estoy dispuesto, bajo la fórmula que sea, a aclarar cualquier cosa del pasado. Pero que todos los demás también aclaren las cosas del pasado. La sociedad merece conocer la verdad, y no por curiosidad, sino por salud de la República”, advierte.
“Ante las mentiras y la impunidad necesitamos el derecho a la verdad, y no con ánimo de persecución, no para encontrar chivos expiatorios, sino para que la sociedad tenga la tranquilidad de saber qué pasó, con el mínimo de sanción posible. Si hay una sanción mayor no se hará nada, porque hay demasiados intereses en medio. Pero que la verdad sirva al menos para poner punto final a una época que sigue lastimando el país.”
Camacho Solís ha trabajado en la escritura de una iniciativa que, en breve, presentará en el Senado de la República para proponer que la verdad sea elevada a derecho constitucional, como en otros países.
“Todos debemos sujetarnos a esa obligación y asumir sus consecuencias jurídicas. Es un derecho, de manera que puede derivar en acciones legales obligatorias para el poder público. Tiene que ver con hechos del pasado, con procesos electorales, con declaraciones en medios de comunicación. Hoy cualquiera dice lo que se le da la gana y no pasa nada. Necesitamos un mínimo de moralidad para sacar adelante las instituciones del país.”
En la oficina hay fotografías suyas con Nelson Mandela, Fernando Henrique Cardoso, Felipe González y la asesinada Benazir Bhutto.