Con el presupuesto colateral que le brindan taxis pirata, vendedores ambulantes, grulleros, pepenadores y otros grupos que operan entre la informalidad y la ilegalidad, el jefe de Gobierno del Distrito Federal está intentando formar una â??tercera vÃaâ?, una corriente poderosa propia al interior del Partido de la Revolución Democrática.
Tejiendo alianzas y marcando rupturas está tratando de abrir paso a su grupo (¿Los Marcelos?) con el objetivo de postularse a la Presidencia en 2012, y para que en el reparto de candidaturas de entrada este 2009 no todo quede en Chuchos y Pejes, las tribus actualmente comandadas por Jesús Ortega y Andrés Manuel López Obrador.
A pesar de sus envidiados recursos y reflectores, la crisis de su partido le ha pegado y, como sus compañeros de bandera, danza al ritmo del pragmatismo:
Arrebata a Los Chuchos la delegación Iztapalapa, pero no se pelea por eso con Jesús Ortega, al que ha prometido ayuda para contener el acoso de López Obrador. Roba a Andrés Manuel algunos sectores del bejaranismo, pero se deja ver con el tabasqueño en un acto público para que no parezca que han roto.
Ebrard apoya a algunos Chuchistas, a algunos Pejistas, les ofrece incluso cargos públicos en el gobierno central, y a cambio, trata de colar a sus propios incondicionales en las listas de candidatos con el respaldo de los grupos dominantes dentro del PRD para que sean fórmulas ganadoras.
A juzgar por los resultados electorales del â??cochineritoâ? perredista de hace dos domingos, con todo y la elección interna de Estado que hizo en el DF, Marcelo Ebrard no va rápido. No ha podido controlar por completo al perredismo en el Distrito Federal y a nivel nacional prácticamente Los Marcelos no existen.
Saciamorbos
El gobernador asegura que se ha metido con un capo de gran tamaño que se disfrazó por años de funcionario, que ya lo tiene en la cárcel y de ahà nadie se lo mueve. Su antecesor deja correr la versión de que lo que hay es una bronca personalÃsima, porque sólo asà se podrÃa entender tanto odio