En su último paseo por la calle principal de Guamúchil, Susy lució una corona y un vestido verde sin tirantes. Detrás del coche fúnebre unos músicos tocaron la tuba, el trombón y címbalos.
Susy fue enterrada con su padre en un mausoleo que Gámez expandió para ella, al que le añadió lámparas con vidrio de Murano y muros de mármol. Instaló una silla de gamuza roja que parece el trono de una capilla.
“Para la reina”, murmuró.
En la calle de tierra donde murió Susy hay una cruz de piedra y un montaje de sus mejores momentos como reina de belleza. Las velas se consumieron y los globos que no llegó a usar en su 21er cumpleaños se desinflaron.
Su prima Belyn está participando en concursos de belleza. En enero pasado dentro de los camerinos del teatro, ella y otras siete concursantes se arreglaban antes del concurso de belleza del Carnaval de Guamúchil. Afuera, más de dos docenas de soldados custodiaban el lugar, arma en mano. Nunca se había visto semejante despliegue de fuerzas de seguridad antes de un concurso de belleza.
“Esto es en memoria de Susy, en honor a ella”, alcanzó a decir Belyn antes de ser declarada la ganadora.
El novio de Susy también le rindió un homenaje, a su modo.
Un mes después de su muerte, los residentes de Guamúchil encontraron 67 mantas en toda la ciudad, el estilo del narco de anunciar algo públicamente. Instaban a las autoridades a investigar la operación en que murió Susy.
“La mataron los soldados nomás porque venían con la orden de matarme a mí y no pudieron”, decía una de las mantas. “La muchacha nunca había portado armas, mucho menos detonarlas”.
Estaban firmados, “Atte. Cholo Iván”.