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Si la sobrerrepresentación es un tema crítico y de grandes repercusiones para el futuro de nuestro país, hay un riesgo inmediato e incontrolable, porque involucra paradigmas políticos que no se han dimensionado.

Es muy probable que los primeros días de la nueva legislatura se conviertan en “temporada de caza” dentro del Senado, para obtener los dos votos que faltarán al bloque de la 4T para alcanzar la mayoría calificada que les permita tomar el control absoluto del Congreso y dar al presidente un gran regalo de despedida: imponer las reformas que éste ha exigido, entre las que destaca la reforma al Poder Judicial.

No es necesaria mucha imaginación para saber que el presidente pondrá un alto precio como compensación para el legislador desleal, -de la oposición-, que se una a su bancada. La cantidad puede ser exorbitante.

Sin embargo, también podemos vislumbrar que si no lograsen cooptar a ningún senador de la oposición por “las buenas”, entonces podría cambiarse la estrategia hacia el chantaje, capitalizando irregularidades administrativas de su pasado, -o quizá delitos que quedaron impunes en su momento-, perpetrados por algunos de los ahora legisladores.

“Plata o plomo político” sería la disyuntiva.

Sin embargo, los conflictos que están surgiendo dentro del PRI y del PAN, -como parte de la sucesión en la dirigencia de cada uno de estos dos partidos-, darán a algunos legisladores desleales y amorales la libertad de aprovechar las oportunidades que se les ofrezcan por parte de la bancada de la 4T.

Por ello es fundamental anticiparse a ese escenario y poner en la agenda pública este tema que inicia con la pregunta: ¿Quién es el dueño o propietario de una curul legislativa? ¿Es el electorado que otorgó su voto, o el candidato ganador que ya se convirtió en legislador?

De esta definición se deriva la posible legitimidad del legislador, de poder cambiar de partido durante el periodo definido por la elección pasada.

Poniendo como referencia una similitud, -y reconociendo que cada legislador representa a la ciudadanía arraigada en un distrito electoral-, el voto ciudadano equivale a una carta poder con validez jurídica que otorga el ciudadano a su legislador para que en calidad de apoderado le represente en el Congreso, votando de forma congruente con los valores morales, cívicos e ideológicos que vinculan a ambas partes,-representado y representante-, y además, resolviendo los temas públicos de acuerdo a la visión y deseos del votante, convertido en “Mandante” y el legislador en “Mandatario”.

Siguiendo esta lógica, podemos decir que el derecho del votante está por encima del que respalda al legislador que le representa, y que el legislador que traicione la voluntad del votante está cometiendo “abuso de confianza”. El legislador de cualquiera de los partidos de oposición, -convertido en “mandatario” de la voluntad del ciudadano -, en este proceso tan polarizado, no debe modificar la orientación ideológica de su voto durante el proceso legislativo en que se definirán las iniciativas enviadas por el presidente López Obrador a la próxima legislatura. Si un legislador de oposición cambia el sentido de su voto, deberá poder ser demandado jurídica y políticamente por la ciudadanía de su distrito y tener consecuencias.

Generalmente los legisladores apelan a la “libertad de conciencia”. Sin embargo, este derecho del legislador no deberá estar por encima de la encomienda otorgada por el ciudadano.

Por ello es urgente definir jurídicamente quien ejerce el derecho preponderante, si el ciudadano convertido en elector, -como mandante-, y el legislador como mandatario de la voluntad de quienes le otorgaron su voto… o el derecho prioritario pertenece al legislador que puede moverse a su conveniencia en función de sus intereses personales y su criterio.

El espíritu de la democracia nos dice que la voluntad del pueblo es la esencia y que el legislador es simplemente su apoderado. Por tanto, moralmente un legislador ni debe tener libertad de cambiar de partido durante el periodo para el que fue elegido, ni votar en sentido opuesto a la encomienda otorgada por su electorado.

Si existiese conflicto entre un legislador y su partido, lo moralmente aceptable podría ser convertirse en independiente e integrarse al Grupo Plural, pero jamás traicionar la voluntad de su electorado. El sentido de su voto debe representar a su electorado.

La ciudadanía opositora debiese ya estarse preparando para exigir a sus diputados y senadores de que traicionar la encomienda recibida puede tener consecuencias.

NO SABER PERDER

La familia Monreal peleando por la nulidad de la elección en la alcaldía Cuauhtémoc, decepciona. Caty Monreal sin el apoyo de su padre, Ricardo Monreal, no tendría la fuerza política para encabezar una exigencia de esta dimensión. Ricardo siempre pareció tener una vocación democrática que le convertía en interlocutor natural de la 4T con la oposición. No cabe duda que hasta las mentes más lúcidas pierden la cabeza por sus hijos y cometen graves errores.

Los argumentos que esgrimen los Monreal para anular la elección parecen pleitos de “patio de vecindad”. Quieren obtener por “la mala” lo que no lograron en las urnas.

LA INDIFERENCIA QUE OFENDE

Nada describe más la insensibilidad y falta de humanismo de este gobierno que ignorar el drama que viven cientos o miles de familias chiapanecas que han tenido que abandonar sus tierras para salvar su vida, o por lo menos su libertad.

Que 600 chiapanecos hayan tenido que huir a Guatemala y abandonar sus tierras para salvar sus vidas es inaceptable. Que los cárteles en pugna y luchando por controlar el territorio estén reclutando jóvenes por la fuerza es equiparable al secuestro.

Sin embargo, este problema ya lleva cuatro años, sin que el gobierno del Estado de Chiapas,- ni el gobierno federal-, intenten resolver este problema. ¿Cuántas víctimas habrán perdido la vida en cuatro años?

LA CULTURA EN LAS OLIMPIADAS FRANCESAS

Francia nos ha dado una lección de como hacer de la cultura un gran capital para su “marca país”. El gran espectáculo cultural, -innovador-, que nos ofreció Francia en la inauguración de los Juegos Olímpicos nos mostró cómo en tiempos de la “Inteligencia Artificial”, -con gran elegancia y clase-, se puede vestir de espectacularidad la promoción cultural.

Después del ocaso que ha vivido la promoción cultural en México durante este sexenio, -donde hasta la cultura se vistió de ideología y se empobreció-, nos llena de esperanza que con Claudia Curiel de Icaza, como secretaria de cultura, rescatemos el tiempo perdido.

México es un país que respira cultura y arte y en sus calles vibra la cultura popular. Un gran capital para exportar al mundo y Francia nos está mostrando el camino con esta genial producción audiovisual. La elegancia ha sido su principal característica.

La promoción cultural requiere de gran inversión, pero sus beneficios se retribuyen con creces.

¿Y a usted qué le parece?

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