Beatriz González Rubín
El tema obligado de la semana que ha llenado las redes sociales y los noticieros es la masacre en la escuela Sandy Hook en Newtown, Connecticut.
Las autoridades han concluido que aproximadamente a las 9:40 de la mañana del viernes 14 de diciembre, Adam Lanza un joven de 20 años, asesinó a 26 personas (20 niños, cuatro maestras, el director y el psicólogo de la escuela). Esa mañana más temprano había matado a su madre con dos tiros en la cabeza, la policía la encontró en su cama. Después de la tragedia Lanza se suicido. La gente habla de un hombre socialmente poco adaptado, tímido, sumamente inteligente.
¿Qué lleva a una persona a tomar una decisión de tal magnitud? ¿Cuáles fueron sus motivaciones? ¿Qué pasaba por su mente en esos momentos? Creo que nunca lo sabremos, pero es un hecho que en la historia de los Estados Unidos, estos eventos se han convertido en “comunes”, y si, con comillas, pues algo tan terrible no puede ser común.
La más antigua se registra en mayo de 1927 en Bath, Michigan, cuando Andrew Kehoe colocó explosivos en la escuela del pueblo. La explosión mató a 38 niños y siete maestros.
En agosto de 1966 Charles Whitman en Austin, Texas, parapetado como francotirador, mató a 14 personas y hirió a muchos más desde la torre del reloj de la Universidad de Texas.
Todos recordamos la matanza en la Secundaria de Columbine, una escuela pública del Condado de Jefferson, Colorado, el 20 de abril de 1999, donde dos adolescentes de 18 y 17 años entraron a la escuela que asistían armados, y asesinaron a 13 personas (12 alumnos y un profesor) e hirieron a 24 alumnos. Los dos adolescentes, se suicidaron. La película documental de Michael Moore Bowling for Columbine habla sobre este suceso y el uso de armas en Estados Unidos.
En septiembre de 2006 en Bailey Colorado, un hombre de 54 años tomó a seis alumnas de una secundaria como rehenes, violó a dos y mató a una antes de suicidarse.
El 16 de abril de 2007 en el Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia, Estados Unidos, Cho Seung-Hui un estudiante surcoreano de literatura inglesa, de 23 años asesinó a 33 personas, e hirió a 29. Finalmente se suicido.
Los anteriores son sólo unos cuantos de los muchos eventos que se han presentado en escuelas del vecino país. Es evidente que algo está pasando. Mucho se ha dicho de la libertad de los habitantes para portar y manejar armas. Independientemente de ese punto el cual, ya se ha dicho, debería de ser regulado de manera mucho más estricta, la gente que decide masacrar a jóvenes y niños en un recinto escolar, el cual se supone es un centro de crecimiento y desarrollo, debe tener motivaciones muy particulares para demostrar en un lugar como tal su frustración e inconformidad con la vida.
Los estadounidenses mucho hablan y mucho se quejan de la seguridad en nuestro país, es bien sabido que se dan recomendaciones precisas para los turistas que vienen, pero que pasa con ellos que ni siquiera en la escuela sus niños están seguros.
Queridos vecinos, estimado Presidente Obama, usaré la frase que algunos de mis coterráneos dirigían al ex presidente Calderón: ¿Cuántos más?