Con un discurso conciliador en el que se comprometió a combatir la pobreza, el narcotráfico y la corrupción, así como a eliminar las políticas de confrontación que por años marcaron al país, Mauricio Macri asumió hoy la presidencia de Argentina.
“Hoy se está cumpliendo un sueño, termina una época completa sin violencias”, dijo Macri tras jurar como mandatario para un periodo de cuatro años ante la Asamblea Legislativa, al referirse a la estabilidad democrática del país, que por décadas padeció intermitentes crisis institucionales.
“El siglo pasado la sociedad privilegió liderazgos individuales en todos los ámbitos, se buscaban genios que resolvieran todo, en el siglo 21 hemos entendido que las cosas salen bien cuando se arman equipos”, agregó.
Macri aseguró que su gobierno quiere el aporte de la izquierda, la derecha, peronistas, antiperonistas, jóvenes y mayores que aporten su experiencia.
Esto, apuntó, “puede sonar increíble después de tantos enfrentamientos inútiles, pero es el desafío, es lo que pidieron millones de argentinos cansados de la prepotencia”.
Aunque trató de mandar un mensaje pacificador, el nuevo presidente no escatimó veladas críticas a su antecesora y rival política, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner que no estuvo presente en la asunción por una pelea de protocolo que ninguno de los dos pudo resolver.
“Hemos vivido muchas divisiones, la confrontación nos ha llevado por caminos errados, somos pasionales, pero a veces esa pasión genera conflictos innecesarios, fanatismos que muchas veces nos llevaron a la violencia, a la incapacidad de razones y a la falta de amor”, dijo.
Macri advirtió que “podemos pensar de distintas formas, pero la ley debe ser respetada, una cosa es tener visiones distintas y otra avasallar las instituciones con proyectos personalistas o hacer uso del poder para beneficio propio. El autoritarismo no es una idea distinta, es la intención de limitar las ideas de las personas”.
Por otra parte, ratificó su promesa de campaña de lograr una “pobreza cero” en el país y se comprometió a “cuidar a todos, el Estado va a estar donde sea necesario para cada argentino, en especial para los que menos tienen”.
Otro desafío, agregó, “será combatir al narco como ningún otro gobierno lo hizo antes, hay jóvenes que matan y mueren sin saber por qué actuando bajo efectos de la droga, no podemos aceptar esta realidad de manera natural”.
En un discurso que duró media hora, Macri insistió en su propuesta de “unidad de los argentinos” a partir de la diversidad, al considerar que “se viene un tiempo nuevo, un tiempo del diálogo, el respeto y el trabajo en equipo, de construcción con más justicia social”.
Su gobierno, aseguró, “va a defender la libertad que es esencial para la democracia, aspiramos a una convivencia más sana, que no se logra partiendo del rencor, la lucha permanente y la demonización del otro”.
El tramo más aplaudido fue cuando Macri prometió que va a combatir la corrupción y que será “implacable con propios y ajenos, con cualquiera que deje de cumplir la ley, no habrá tolerancia con prácticas abusivas, no hay principio ideológico que pueda justificarlos”.
También recibió una ovación al garantizar la independencia judicial y advertir que “no habrá jueces macristas, ni jueces militantes de ningún partido, quienes quieran serlo les decimos claramente que no son bienvenidos”.
En el plano internacional, Macri saludó a “los hermanos de América y del mundo, tenemos una visión nueva de la política, somos hijos de este tiempo y tratamos de comprender sin prejuicios ni rencores, creemos en la cooperación”