Las cifras de la inseguridad han crecido de una forma en que muchos pudieran asustarse, aun cuando hemos tenido imágenes de cuerpos colgados, cabezas rodando por las calles o sitios de nota roja y narco cultura reconocidos a nivel mundial; pero lo cierto es que en menos de seis meses de gobierno del presidente López Obrador, las cifras han tenido una tendencia al alza y no a la baja para pensar y hablar de pacificación de nuestro país.
Aunque el propio presidente y el grupo de asesores que tiene digan que tienen otras cifras, lo cierto es que el Secretariado Ejecutivo Nacional en Seguridad Pública (dependiente de la SEGOB) arroja números que dejan a todos pensando ¿qué está fallando en la ecuación?
Llevamos 14 años y medio de violencia extrema, 2 del sexenio de Vicente Fox (atentados en Ciudad Juárez y Tijuana a manos del cartel de los Arellano Félix), 6 años de la guerra frontal de Felipe Calderón (Zetas, Familia Michoacana y Jalisco Nueva Generación) y 6 años de claros oscuros con Enrique Peña Nieto (Ayotzinapa, Tlatlaya y combates de guerra civil en Tamaulipas); prueba de que en México algo ocurre y aun con más de 250 mil muertos por esta situación, así como una cifra indeterminada de desaparecidos, enterrados en fosas clandestinas o pozoleados (disueltos en ácido y otros químicos) nos llevan a reflexionar que no hemos encontrado el camino a la paz.
Se han encumbrado capos que son de nueva generación; detenido y extraditado líderes de nomenclaturas criminales de rojo y violento abolengo, así como suprimido a otros en enfrentamientos con las fuerzas federales.
Nada con resultados para beneficio de la población y, en este medio año de la cuarta transformación, parece que seguimos en materia de combate a la inseguridad, pacificación y reconciliación social, dando golpes de ciego ya que en lugar de ver las estadísticas descender, las vemos como espuma de leche hirviendo al alza.
Recuerdo la frase del empresario Alejandro Martí, quien perdió a su hijo Fernando a manos de una banda de secuestradores en 2008 y laceró las conciencias de propios y extraños en México, uniendo el sentimiento de impotencia y coraje de millones en 4 palabras que han sido ya repetidas por miles de mexicanos… “si no pueden renuncien”.
La promesa de los burócratas impartidores de justicia sigue siendo la de lograr justicia para las víctimas; las palabras de los políticos son “no escatimar esfuerzos por lograr la tranquilidad y seguridad de las familias” pero ahí están las lágrimas de los ciudadanos, la sangre de los caídos inocentes y la normalización de la emergencia en el país ante situaciones de riesgo que se reportan en redes sociales, videos de los propios criminales donde confiesan a los que en cuestión de instantes ejecutan y autoridades cada vez más inoperantes en una situación de combate en las calles del país, y es lo que día a día leemos en los medios de comunicación y rezamos a la divinidad en la que creamos para que ese día, ese día que inicia no nos toque.
Ojalá que la Cuarta Transformación con su Guardia Nacional logre al menos comenzar a bajar la violencia en el país, aunque con el inicio de sexenio que ya se muestra en cifras y violencia escalada, parece que no estaremos ante algo nuevo, sino más pan con lo mismo de los últimos 14 años.