Los brasileños salieron el domingo a las calles para una jornada de protestas a nivel nacional contra la asediada presidenta Dilma Rousseff, en manifestaciones vistas ampliamente como una prueba clave de su capacidad para capear las crisis políticas y económicas que azotan al país.
La presidenta enfrenta un juicio político por la supuesta mala administración fiscal del país en medio de la peor recesión en décadas y de una amplia pesquisa sobre la corrupción en el gigante petrolero estatal Petrobras.
Los observadores dicen que una gran participación en las protestas del domingo podría dificultar aún más la capacidad de Rousseff de luchar por su supervivencia política en medio de índices de aprobación históricamente bajos.
En caso de que la participación sea baja en las movilizaciones del domingo, ella podría gozar de un respiro político, al indicar que la mayoría de la población se opone a su salida.
Aunque Rousseff misma ha aumentado los temores de posibles enfrentamientos entre partidarios de su Partido de los Trabajadores y manifestantes antigubernamentales, al parecer no había ocurrido ningún incidente de ese tipo que eclipsara las marchas del domingo que se efectuaban en un ambiente festivo, casi de Carnaval.
Se prevé que se realicen manifestaciones en más de 300 ciudades y pueblos en todo el país. Los organizadores, que usaron en gran medida las redes sociales, dijeron esperar una participación alta.
El pronóstico de los organizadores parecía concretarse en lo general aunque era difícil conseguir una cifra exacta de los participantes.
Según los organizadores, alrededor de un millón de personas salieron a las calles en Río de Janeiro, pero las autoridades policiales no han emitido una cifra, aunque por lo general siempre son una fracción de la de los primeros.
Unas 100.000 personas, de acuerdo con los cálculos, participaron en la manifestación en la capital, Brasilia, en tanto que las movilizaciones en la ciudad de Belo Horizonte, en el centro, y la ciudad costera de Recife, en el noreste, al parecer atrajeron a grandes multitudes.
En Sao Paulo, la capital económica de Brasil, la multitud comenzó a colmar la avenida principal antes de la hora prevista para el inicio de la manifestación.
Los manifestantes en la ciudad, epicentro de insatisfacción con Rousseff y el gobernante Partido de los Trabajadores de la mandataria, mostraban banderas brasileñas y pancartas que decían “Fuera el Partido de los Trabajadores”.
“(Rousseff) tiene que irse”, señaló en Sao Paulo el manifestante Patricio Gonzaga, de 32 años, trabajador metalúrgico desempleado. “Ella es la responsable del desorden en nuestra economía: la inflación, la recesión y el desempleo. Ella es la culpable de que yo esté desempleado y tenga problemas para mantener a mi familia”.