El paciente de cinco meses en el hospital de campaña israelí no tiene nombre, apenas un número. Nadie sabe quién dejó al niño semiinconsciente en el centro médico improvisado después de recogerlo entre los escombros de un edificio cuatro días después del terremoto de la semana pasada. Ahora que se recupera, los médicos deben tomar una decisión difícil.
“¿Qué haremos con él cuando terminemos?”, se preguntó el doctor Assa Amit, jefe del departamento pediátrico del hospital. Nadie sabe quiénes son sus familiares o siquiera si alguno de ellos está vivo. El terremoto dejó decenas de miles de huérfanos, dicen las organizaciones de ayuda: son tantos que nadie se arriesga a dar una cifra. En medio de la destrucción generalizada y el caos creciente, se entiende que haya muchos niños abandonados.
“Por ahora están en las calles”, dijo Elizabeth Rodgers, de la organización británica SOS Children. “Sin duda, la mayoría de ellos están a la intemperie”. Antes del mortífero terremoto del martes pasado, abundaban los huérfanos en Haití, uno de los países más pobres del mundo: en sus asilos y hogares para huérfanos vivían 380.000 niños, según el sitio de internet del Fondo de la ONU para la Infancia.
Algunos habían perdido a sus padres en desastres anteriores, como las cuatro tormentas tropicales o huracanes que mataron a 800 personas en 2008, los mortíferos meteoros de 2004 y 2005 y las tremendas inundaciones que se producen cada dos años desde 2000. Otros quedaron abandonados en las interminables luchas políticas, que impulsaron a miles a pedir asilo en Estados Unidos -sin sus hijos- o por padres demasiado pobres para cuidarlos.
Los grupos internacionales de ayuda intentan acelerar los procesos de adopción que ya estaban en curso o mediante personal que podría evacuar a miles a Estados Unidos u otros países. El lunes, el gobierno holandés envió a funcionarios de inmigración para tratar de ubicar a un centenar de niños en proceso de adopción por familias de ese país.
El vocero del Departamento de Seguridad Nacional estadounidense, Sean Smith, dijo el lunes que los huérfanos que ya tienen un familiar en Estados Unidos recibirían permiso especial para permanecer allí. Por otra parte, la Iglesia Católica de Miami propone una política similar al llamado Operativo Pedro Pan de 1960, que permitió trasladar a 14.000 niños de Cuba a Estados Unidos. Bajo el nuevo plan, llamado “Pierre Pan”, huérfanos haitianos serían alojados en asilos y luego entregados a familias adoptivas.
Mientras tanto, el jefe de misiones humanitarias de la ONU, John Holmes, anunció el envío de una misión para proteger a los niños, huérfanos o no, del tráfico, el secuestro y el abuso sexual.