Desde hace dos semanas el presidente norteamericano Donald Trump había amenazado a México con imponer aranceles a los productos aquí realizados que cruzaran a su mercado; inmediatamente el gobierno comenzó llamadas, cabildeos, entrevistas y el canciller mexicano Marcelo Ebrard fue despachado a Washington a detener tal amenaza.
La cuestión que todo México se pregunta es ¿a cualquier costo?
Legisladores republicanos y demócratas escucharon diversos sectores industriales norteamericanos y llegaron a la conclusión de que no apoyarían una situación así; líderes empresariales tanto mexicanos como norteamericanos también señalaron que no apoyarían una medida de esta envergadura y todo México estaba movilizándose en redes sociales para apoyar al presidente López Obrador y encarara a Donald Trump.
Pero no sucedió, la negociación fue de lo más tranquila, EEUU solicitaba que México detuviera de forma decidida las caravanas migrantes de Centroamérica, de igual forma que México fuera un tercer país seguro y fuéramos su patio trasero de refugiados.
México dijo que detendría a los migrantes (cosa que no podrá y que tendrá que responder por ello), pero no sería un tercer país seguro (concepto internacional que se resume de la siguiente: Cuando una persona abandona su país para solicitar asilo en otro, este segundo país puede negarse a recibirlo y remitirlo a un tercero que considere que puede darle las mismas atenciones) en un plazo de 45 días; ganó tiempo, pero de la peor manera.
La frontera norteamericana se ha extendido hasta Chiapas, ahora México tendrá a efectivos de la Guardia Nacional Mexicana distraídos de funciones de seguridad, para que la Guardia Nacional de Estados Unidos y la policía fronteriza norteamericana no tengan tantos gastos, y descansen antes de las elecciones en Estados Unidos.
México tendrá que enfrentar la realidad que significar saber que el flujo migratorio ilegal a los Estados Unidos en los últimos seis meses fue de 600 mil personas. Ese mismo flujo ahora tendremos que enfrentar en nuestro territorio, tendremos militarizar quizá la frontera sur de México para disuadir el cruce de migrantes, pero sí lograron colarse a nuestro país, ubicar, detener y repatriar a sus países de origen a al menos, 100 mil personas al mes.
Una apuesta que ha metido presión a todo el Gobierno de México, distraído recursos y además puesto en la mesa, que en caso de que no se reduzca el flujo de migrantes, se presente ante el Congreso de la Unión la propuesta de que México sea tercer país seguro.
¿Dónde quedó el valor del presidente que en campaña vociferaba contra el presidente Trump? Nadie sabe, pero esto le ha venido afectar su popularidad, su credibilidad al menos en 1 solo evento, cinco por ciento, puntos que ya no podrá recuperar ya que su palabra quedó lesionada y si en verdad detenemos el flujo, la economía mexicana tendrá que tener partidas especiales para el Instituto Nacional de Migración, Guardia Nacional (poner en espera los resultados de seguridad unos meses más…) y hacer frente al tema migratorio de la forma que tanto criticamos de los Estados Unidos o como siempre hemos querido, invirtiendo en otros países, combatiendo la pobreza y diseñando planes y programas para que las personas de todo el continente, no deban migrar sino quedarse en sus países de origen. Un auténtico sueño guajiro.
Los especialistas que son tantas veces desdeñados por el actual gobierno han dicho que mientras el TMEC no sea aprobado por todos los actores, el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá sigue vigente y el TLCAN prohíbe este tipo de medidas arancelarias, además de que los republicanos le han confiado al presidente Trump, que no apoyarían una instauración de aranceles a México, vetando tal mandato.
Donald Trump blofeo como un jugador profesional de póker, Andrés Manuel cayó en la trampa y el Canciller Ebrard ahora tendrá que sufrir y tragarse el engaño o dar resultados y enemistar a México con el mundo.