Lo que sí reconocían los críticos del operativo especial dirigido por el subprocurador Juan José Yáñez Arreola era el empleo de un equipo geolocalizador de alta tecnología y además la existencia de un laboratorio móvil para ir procesando la información que conseguían los investigadores. Leobardo Ramos, uno de los médicos que dirigió la inspección forense, es respetado en Piedras Negras. A cada lugar al que fueron, el especialista y su equipo hacían su trabajo, mientras que la Marina sitiaba los pueblos, el Ejército vigilaba las entradas y salidas, y la policía federal y estatal buscaban a los funcionarios y ex funcionarios públicos para tomar sus declaraciones. El inconveniente es que los sucesos indagados ocurrieron hace tres años, en el mejor de los casos, y pocos de los entrevistados tienen fe en que las pruebas periciales sean contundentes.
Uno de los lugares de Piedras Negras que la Subprocuraduría revisó fue el Centro de Readaptación Social, famoso a nivel nacional por la fuga de 129 reos a finales de 2012. De acuerdo con algunos testimonios, en el interior de esta prisión fueron creadas algunas “cocinas” por parte de Los Zetas. Algunos agentes especulan que el uso de este método de exterminio se incrementó a partir de 2010, tras el hallazgo de 72 migrantes fusilados y abandonados en un galpón de San Fernando, Tamaulipas, así como de la excavación de decenas de restos en otras fosas clandestinas que pusieron a la región bajo escrutinio internacional. De tal forma que para evitar el escándalo derivado de estos hallazgos, los grupos criminales decidieron aumentar el uso de tambos de diesel para no dejar rastro alguno de sus masacres.
El empresario Mauricio Fernández Garza, cuando aún era alcalde de San Pedro, Nuevo León, fue uno de los primeros personajes de la política en hablar sobre lo que estaba pasando. En una entrevista hecha a finales de 2011 lo relató así:
“Yo me entero de eventos, por alcaldes, por amigos míos ganaderos, por gentes que dicen: ‘Pues llegaron y entraron con helicópteros y mataron a todos’. Y eso no sale en ningún medio de comunicación. De esos casos conozco muchísimos: en la frontera, viniendo de la frontera, en Tamaulipas… Amigos míos a los que les ha tocado en sus propiedades, intervenciones importantes del Ejército. Vaya, yo te diría: no las estoy cuestionando, lo único que te digo es que no hay información sobre ellas. Yo creo que lo que sale público es lo inevitable. Por muchísimas cosas que yo me entero, también en Nuevo León han matado a una barbaridad de gente. No sé si será cierto o no, pero un alcalde me decía: ‘Oye, nos pidieron de no sé dónde, un bulldozer para enterrar cadáveres de un operativo del gobierno federal’. Será cierto o no será cierto, yo no estoy cuestionando, simplemente estoy comentando cosas que me toca escuchar. O en un rancho de un amigo que, igual: entraron con helicópteros y básicamente mataron a todo mundo. No dejaron ni cadáveres ni casquillos. Si hay operativos que se están haciendo —lo cual creo que sí se están haciendo— pero mucho de lo que pasa, no sale. Además de que dentro del propio crimen organizado hay cantidad de víctimas, entre pleitos de ellos mismos, que los meten y disuelven en ácido, o entierran, o desaparecen, o cualquier cosa. De esos tampoco te enteras. Entonces, si tú me dijeras: son 50 mil los muertos oficiales, pues yo creo que fácilmente estamos hablando de un cuarto de millón de muertos, digo, por decirte. Yo creo que sería como un cinco a uno, entre lo del crimen organizado que no te enteras y entre lo del gobierno que no te enteras. Aunque no tengo ningún elemento para decirte por qué, simplemente por las cifras que conozco: que matan a 30, que matan a 40, según me cuentan los alcaldes (de Nuevo León), aquí yendo a la frontera. En China, o General Bravo, no me acuerdo cuál, el alcalde me dijo: ‘Ni vayas a Estados Unidos, hubo 30 muertos este fin de semana, hubo 20 muertos el otro fin de semana’, y en los medios de comunicación de aquí en Nuevo León, no salió. Y si son 50 y ni uno más, o son un cuarto de millón, que es más mi estimado, es lo mismo. No es por muertos que vamos a arreglar al país”.
Otros alcaldes de la región también me contaron situaciones parecidas, pero pidieron no dar a conocer sus testimonios hasta que hayan fallecido o existan tiempos más seguros en la zona, algo que todavía ven muy lejano. Como dice Fernández Garza, estas masacres no salían en los medios de comunicación, pero esto no se debía a que los periodistas locales ignoraran lo que ocurría. Tenían alguna idea de lo que estaba pasando pero iniciar una investigación periodística, o peor aún, darla a conocer, implicaban destierro o entierro seguro para los involucrados. Repasamos con un colega de Piedras Negras las diversas formas en que la mafia había amenazado a compañeros de la zona para que no informaran sobre lo que estaba sucediendo. Una lista larga y deprimente que no tendrá cabida en esta crónica.
Aunque todas las recomendaciones indicaban que no lo hiciéramos, después del mediodía salimos de Piedras Negras acompañados por dos camionetas blindadas del Grupo de Armas y Tácticas Especiales. Los GATE son una polémica corporación de élite creada por el nuevo gobernador de Coahuila, Rubén Moreira, y por un grupo de empresarios locales. Se trata de agentes sin rostro ni identidad que tienen el prestigio de actuar con la misma dureza que los grupos ilegales a los que combaten. Los GATE nos acompañarían hasta tres ranchos que fueron tomados por Los Zetas en 2011 para retener y desaparecer a decenas de personas. Quedaban a las afueras del casco principal de Allende, Coahuila. Era un viaje de tan sólo 60 kilómetros adornado por unos nogales hermosos.