Por lo menos 200 personas estaban desaparecidas y presumiblemente muertas bajo un alud en una favela de Río de Janeiro, dijeron las autoridades.
En caso de confirmarse, estas muertes elevarían bruscamente la cifra de 153 víctimas de los aludes de barro de los últimos días, provocados por las lluvias más intensas que haya conocido la segunda ciudad de Brasil.
El subsecretario de Defensa Civil del estado de Río, Pedro Machado, dijo que el alud había enterrado a unas 60 viviendas y 200 personas en la favela Morro Bumba de Niteroi, localidad vecina a Río.
“En nuestra experiencia, es muerte instantánea” para quienes están atrapados en las casas en el momento del alud, dijo Machado.
Luego de trepar a la colina donde se produjo el alud, el secretario de Salud del estado, Sergio Cortes, afirmó: “Vi que estaba parado sobre basura”.
“Los vecinos dijeron que había un basural ahí que no se usaba desde hacía más de 20 años y que las casas estaban construidas sobre eso”, agregó.
Un vocero de los bomberos dijo que se habían hallado seis cadáveres y que se rescató a 28 personas en el Morro Bumba tras el alud del miércoles por la noche.
Alves Souza, comandante de bomberos en las operaciones de rescate de Niteroi, dijo que el terreno mojado y abrupto constituía una amenaza tanto para los atrapados entre los escombros como las cuadrillas de rescate.
“Hemos logrado recuperar dos cuerpos y la tarea es muy intensa, dado que el volumen de material que tenemos aquí es muy grande”, dijo Souza.
Las intensas lluvias que comenzaron el lunes por la tarde provocaron aludes mortíferos en toda la zona metropolitana de Río.
Los bomberos dijeron que la cifra oficial de muertos era de 153, pero eso no incluye los enterrados en el Morro Bumba.
Casi todas las muertes se debieron a los aludes en las favelas, una nueva demostración de que en una de las ciudades turísticas más famosas del mundo la vida es muy distinta para los pobres que para los ricos.
Los habitantes de las favelas viven en peligro, soportando tiroteos frecuentes entre la policía y las pandillas fuertemente armadas de narcotraficantes. Cuando llueve intensamente sobre las laderas atestadas de chozas, la naturaleza misma se vuelve mortífera.
Funcionarios municipales dijeron que acelerarán las evacuaciones forzadas de las zonas de riesgo.
El alcalde Eduardo Paes anunció la evacuación de 1.500 familias de sus hogares en por lo menos dos favelas y que habría otras más.
“No quiero pasar el próximo verano sin dormir, temiendo que las lluvias maten a alguien”, dijo Paes a la prensa, aunque no aclaró cuándo se realizarían las evacuaciones.
Las lluvias provocaron el caos, derribaron árboles y cableado eléctrico, abrieron enormes grietas en las calles e inundaron las playas de arena blanca con aguas servidas. Era casi imposible desplazarse en la ciudad de seis millones de habitantes.