Pistolas, cálculos biliares, máscaras mortuorias y sogas de horca de uno de los museos más macabros y menos visitados de Gran Bretaña serán exhibidos al público.
Durante más de un siglo, el Museo del Crimen ha funcionado dentro del cuartel general de policía en Londres, solo abierto al personal de Scotland Yard y a invitados.
Cientos de objetos saldrán por primera vez de Scotland Yard para una exhibición en el Museo de Londres a partir de octubre.
El museo anunció el jueves que la exhibición incluirá 600 artículos, incluso las máscaras mortuorias de asesinos ejecutados, una pistola usada en un intento por asesinar a la reina Victoria, y notas de un detective sobre los asesinatos de Jack el Destripador en 1888.
Una exhibición macabra muestra cálculos biliares, los únicos restos de una víctima del “Asesino del Ácido” en los años de 1940.
Cuando alguien menciona a las fuerzas policiales más populares del mundo es probable que en el listado incluya a Scotland Yard. ¿La policía escocesa? No, no. Aunque su nombre haga referencia a la tierra de William Wallace, sus miembros se encargan de patrullar Londres. Su nombre coloquial se debe a que la sede original estaba ubicada sobre la calle Great Scotland Yard y su fama mundial a que estuvo muy presente en las aventuras del detective de ficción Sherlock Holmes.
Otro elemento que ha dado fama a la Policía Metropolitana de Londres -uno menos simpático- es que en su edificio se alberga el más antiguo y prestigioso museo de elementos criminales del mundo. Mientras que otras policías muestran con orgullo sus trajes y el resultado de sus cacerías, The Yard -como también se la conoce- exhibe una macabra colección de armas homicidas y cualquier otro objeto utilizado en sus investigaciones más resonantes.
El origen del museo data de 1869, cuando la promulgación de una ley permitió a las autoridades policiales británicas conservar las armas de los prisioneros. Cinco años después ya había una cantidad suficiente para armar un museo que ayudara en la educación de investigadores y estudiantes, y así nació para un uso interno.
Su popularidad trascendió los muros y muchos quisieron conocerlo. Entre ellos, un reportero del periódico The Observer que no consiguió la autorización para entrar y -a modo de venganza- lo denominó por su misterioso y espeluznante contenido como el Museo Negro (Black Museum), nombre con el que se lo conoció durante décadas hasta que fue recientemente rebautizado como el Museo del Crimen.