Los miembros de la Fuerza Nacional de Seguridad, un grupo de elite de la Policía en Brasil, cercaron este jueves dos favelas de Río de Janeiro en las que el miércoles fueron atacados a tiros tres integrantes de esa unidad enviados a esta ciudad para reforzar la seguridad durante los Juegos Olímpicos.
Los agentes de la Fuerza Nacional de Seguridad bloquearon todos los accesos de las barriadas Vila do Joao y Vila dos Pinheiros, dos de las favelas que integran el llamado Complexo de Maré y que son controladas por bandas de narcotraficantes armados, y reforzaron la presencia policial en toda la región.
Igualmente pusieron en ejecución una ostentosa operación para capturar a los narcotraficantes que atacaron anoche a balazos a tres agentes que estaban en una patrulla, uno de los cuales sigue en estado delicado tras haber recibido un disparo en la cabeza.
En la operación de búsqueda de los pistoleros también participan soldados del Ejército, agentes de la Policía Federal y miembros de las fuerzas de elite de la Policía de Río de Janeiro.
“Dos de los atacantes ya fueron identificados y vamos a empeñarnos para detenerlos lo más rápido posible”, afirmó el ministro de Justicia de Brasil, Alexandre de Moraes, a cuya cartera está vinculada la Fuerza Nacional de Seguridad.
Los agentes atacados ingresaron a la favela Vila do Joao por equivocación cuando usaban una aplicación de celular para intentar regresar al centro de Río de Janeiro.
El Complexo de Mare era considerado como el último gran bastión del narcotráfico en Río de Janeiro hasta abril pasado, cuando fue ocupado por 1.200 policías, apoyados por blindados militares.
Pero algunos grupos de narcotraficantes aún actúan en la región, considerada clave para la seguridad en los Juegos Olímpicos debido a que es atravesada por la vía que comunica el aeropuerto con la mayoría de las instalaciones olímpicas.
La Fuerza Nacional es responsable de garantizar la seguridad en el 41 % de las instalaciones con público durante los Juegos Olímpicos, que concluyen el próximo 21 de agosto, aunque se calcula que en esos estadios y pabellones se concentrará el 82 % de los asistentes a los Juegos.
La inseguridad ha generado preocupación entre los periodistas internacionales que cubren los Juegos Olímpicos especialmente desde que un autobús de la organización que transportaba a doce comunicadores fue atacado al parecer por pedradas, aunque algunos de los testigos insisten en haber escuchado tiros.
El autobús estaba a pocos kilómetros del Parque Olímpico de Deodoro, una de las regiones más pobres de Río de Janeiro y en la que el Comité Organizador concentró varias de las instalaciones olímpicas como forma de impulsarla.
Tanto en la sala de prensa del Parque Olímpico de Deodoro, una región próxima a favelas en las que actúan narcotraficantes, como en las caballerizas para los animales de los concursos de hípica han sido encontradas balas de armas de grueso calibre.