Que hablen integrantes del narcotrafico en México, esta es una breve recopilació de opiniones de integrantes de diversos carteles del narcotrafico en México, que buscan que se conozca un poco su mundo.
En medio de un sembradío de amapola, aparece sujetando un cuerno de chivo con el cargador chapeado en oro, un AK-47 de siete mil dólares con el que parte el aire, porque que en este pedazo de México, cuando falla el habla, habla la bala. Basta ver la escena para saber perfectamente que son integrantes del narcotrafico en México.
“Un pariente me dijo: “Malandrín sin arma es como una puta sin cliente”, y desata una risa estridente y entrecortada en plena bocanada. Cruel —en un arrebato de talento así ha pedido que se le llame— no pasa de los 25 años y sus familiares le han diagnosticado el incurable síndrome de la mafia. ¡¿COnocia este sindrome?! para muchos es el que afecta a la mayoria de los integrantes del narcotrafico en México.
Cuando aún acudía al colegio, su cabeza se convirtió en un lío: juró que él no iba a tener una vida de desprecio, de trabajo duro y poca paga; él, quién sabe cómo, sería rico. Y su concepto de riqueza consiste en vivir en el exclusivo fraccionamiento Colinas de San Miguel, manejar una camioneta todoterreno con neumáticos anchos y rines de aluminio, comer mariscos y carne asada, dar propinas de cien dólares, beber Buchanan’s en las rocas, cambiar rutinariamente de celulares, vestirse a la moda italiana, mirar televisión por cable, tener aire acondicionado, caballos pura sangre bailadores, un rancho de 20 hectáreas, un jet, una bolsa Louis Vuitton de 400 dólares (que usa como cangurera para guardar tres cosas imprescindibles: cocaína, un revólver y dinero, mucho dinero) y acostarse con una mujer distinta cada día. Lo que muchos piensan hace cualquier importante capo del narcotrafico en México.
“Porque todo eso te da poder y la gente te mira con miedo, con respeto”, filosofa mientras se empuja con cerveza unos camarones crudos. os integrantes del narcotrafico en México dependiendo la zona geografica de su cartel, son los alimentos que más gustan consumir.
Cruel se considera adicto a la música de banda, a esas canciones que ensalzan el crimen y la sangre, y siempre celebra con whisky, cocaína y mujeres relucientes las ganancias que obtiene cada vez que mueve droga. Según él, su primer jale o trabajo fue hace unos dos años: sacó a crédito un kilo de pasta básica de coca; en las universidades de Culiacán los jóvenes aspiraron hasta el último residuo. Cruel no sólo recuperó los diez mil dólares invertidos: ganó buena plata, tanta como para darse el privilegio de encargar por catálogo a Nueva York su primera ropa Versace e invitar a una chica dos semanas a Mazatlán. Asi se las gastan los narco juniors del narcotrafico en México.
“Lo demás se lo debo a la suerte”, justifica su vertiginoso ascenso en el mundo del narco. Pero tiene razón: en este negocio un día más con vida es la mejor fortuna. Los traficantes, ya se sabe, necesitan matar para no morir. Matar: verbo transitivo en Sinaloa que exige el tiro de gracia. Viven poco y viven deprisa. Muchos terminan engrosando el ejecutómetro.
Hasta el momento no hay un integrante del narcotrafico en México que haya muerto por casas naturales de vejez.