Cinco días después de escapar a una redada en una fiesta navideña amenizada por grupos norteños, la suerte le cambió al barón de las drogas Arturo Beltrán Leyva, quien al verse copado intentó evitar ser capturado por infantes de marina que le siguieron el rastro por meses. Para la Secretaría de Marina no hay duda de que el líder del Cartel de los hermanos Beltrán Leyva, un capo que por meses se movió con discreción y con un pequeño grupo de sicarios a modo de círculo de seguridad, supo que iban por él al menos cuatro horas antes de que iniciaran los primeros disparos en el conjunto de departamentos de la ciudad de Cuernavaca en el que se ocultaba. El 16 de diciembre, alrededor de las cinco de la tarde, un helicóptero sobrevoló el conjunto “Altitude” y cerca de 60 infantes de marina iniciaron la operación que acabaría con la vida de el “jefe de jefes”. Los primeros disparos, sin embargo, no ocurrieron sino a eso de las nueve de la noche, con lo cual Beltrán Leyva tuvo tiempo para preparar su última y fallida defensa. “El ya sabía. Cuando escuchó el ruido del helicóptero se percató de eso, entonces se fue a su lugar y se preparó para hacer frente; él sabía que tarde o temprano iban a llegar a él”, dijo el viernes a The Associated Press el contralmirante José Luis Vergara, vocero de la Secretaría de Marina. Sin dar detalles, el oficial dijo que la Armada de México comenzó hace varios meses la persecución de Beltrán Leyva, también conocido como “El Barbas”, aunque sólo hasta hace pocas semanas tuvieron “una información de valía como para poder actuar y que inició precisamente en esa fiesta del 11 de diciembre”. Celebrada en una residencia en las afueras de Cuernavaca, la fiesta navideña permitió a la Armada la captura de 11 presuntos sicarios y a integrantes de tres grupos de música norteña, incluido Ramón Ayala, “El Rey del Acordeón”, sujeto ahora a prisión preventiva de 40 días bajo presunciones de lavado de dinero y narcotráfico. Sin embargo, el verdadero blanco de la operación –Arturo Beltrán– logró escapar, protegido por sicarios, algunos de los cuales incluso dieron la vida por él. El jefe de inteligencia de la DEA Anthony Placido dijo la víspera a la AP que Beltrán Leyva resultó herido en la redada de esa fiesta. Vergara dijo no contar con información para confirmar o negarlo, aunque “todo indica que no, porque… estuvo participando en el tiroteo en contra de nosotros, (y) creo que eso habla de que no estaba herido”. ¿Qué llevó a “El Barbas” a ocultarse en un departamento de la propia ciudad de Cuernavaca, a sabiendas de que estaba a muy pocos kilómetros del lugar donde casi es atrapado? Para la Marina, el exceso de confianza explicaría esa decisión. “Tenía un sistema de escoltas muy aguerridos, un tipo de escoltas al que yo creo le tenía mucha confianza… creo que esa confianza que él tenía (en sus sicarios), le hizo exagerar su confianza y creer que estuviera donde estuviera no lo iban a detener nunca”, dijo el contralmirante. Acompañado por siete pistoleros, Beltrán Leyva encabezó su última defensa e intentó sin éxito repeler a los infantes con cientos de tiros y decenas de granadas de fragmentación, una de las cuales mató a un marino e hirió a otro. El portavoz de la Marina aseguró que su objetivo era capturar con vida a Beltrán Leyva, un hombre que sin embargo asumió una actitud “de no dejarse atrapar”. Al final, el cuerpo del capo quedó tendido en la puerta de entrada del departamento. Fotografías del cadáver lo mostraron con el hombro destrozado, los pantalones hasta las rodillas y la playera alzada hasta el pecho. El contralmirante dijo que una de sus granadas puso haberle destrozado el hombro. Aseguró, además, que al llegar a la entrada, los infantes lo encontraron con los pantalones abajo y la playera alzada. “Hay un poco de duda (sobre por qué estaba así), porque entre ellos mismos se manipulan al momento del combate. Yo creo que él cayó herido y a lo mejor le aflojaron la ropa, lo jalaron y fue que quedó en esa posición. Ya estaba así”, dijo. La prensa también divulgó fotografías del cuerpo de Beltrán Leyva cubierto con billetes ensangrentados. El oficial aseguró en declaraciones posteriores que ningún infante de marina colocó los billetes ni tomó la fotografía, aunque se realiza una investigación para aclarar la situación. Hasta el momento no se ha informado sobre la identidad de los seis que cayeron muertos a su lado y un detenido, aunque el portavoz aseguró que entre ellos no estaba Edgar Valdez Villarreal, “La Barbie”, el jefe de sicarios de Arturo Beltrán y uno de los más sanguinarios en el mundo de las drogas. La muerte de “El Barbas” ha sido considerado como uno de los mayores golpe contra los líderes del narcotráfico, lo que ha llevado al gobierno ha prever una escalada de violencia. En Bogotá, el jefe de la Policía Nacional, Oscar Naranjo, consideró que la muerte de Beltrán Leyva ayuda a debilitar los nexos del narcotráfico mexicano con los carteles colombianos. “Nos da tranquilidad y una gran satisfacción que carteles mexicanos y carteles colombianos con este golpe deben debilitarse”, dijo a reporteros.
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