Noruega decidió suspender temporalmente la expulsión de migrantes a Rusia, tras las críticas de ONG y expertos que denunciaron los riesgos de que sean abandonados a su suerte, en medio de temperaturas polares o que después sean expulsados a países de riesgo.
“Hasta próximo aviso, no va a haber más deportaciones en Storskog. Las autoridades fronterizas rusas quieren más coordinación al respecto”, indicó el Ministerio de Relaciones Exteriores de Noruega, en referencia al puesto limítrofe ubicado 400 kilómetros al norte del Círculo Polar.
Con el termómetro a -30°C, la policía noruega acompañó esta semana en autocar a 13 migrantes a la frontera.
Una circular emitida en noviembre por el Gobierno de derechas, del que forma parte un partido populista antiinmigración, ordena expulsar a los migrantes provenientes de un país considerado seguro, como Rusia, sin examinar a fondo la solicitud de asilo.
Desde Davos, el ministro de Relaciones Exteriores de Noruega, Borge Brende, dijo a la cadena de televisión NRK que las autoridades rusas contactaron con ellos para hablar de las deportaciones, citando preocupaciones sobre la “seguridad”.
“Lo que nos plantea problemas es el automatismo que lleva aparejada esta nueva fórmula”, dijo a la AFP Vincent Cochetel, director para Europa del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR). Porque el país nórdico, miembro del espacio Schengen de libre circulación, pero no de la UE, está decidido a expulsar a casi todas las 5.500 personas llegadas a su territorio el año pasado a través de la ‘Ruta del Ártico’, vía Rusia.
Algunas de ellas incumplen los requisitos del derecho de asilo porque residían legalmente en Rusia, pero Cochetel teme que la medida afecte también a los refugiados, sobre todo a los sirios. “Todavía no se dispone de un procedimiento de asilo que funcione perfectamente en Rusia”, afirma el responsable de ACNUR.
El tratamiento de una demanda de asilo en Rusia puede tardar años, durante los cuales los migrantes, a menudo ilegales, pueden ser detenidos y expulsados a sus países de origen.
En seis años, sólo dos sirios han obtenido el estatuto de refugiado, de los 5.000 que lo pidieron, según ACNUR. Alrededor de otros 2.900 recibieron un tipo de protección temporal, considerada insuficiente.
“Es como una tómbola, porque no hay garantías de obtener el asilo, con frecuencia hay que pagar sobornos para conseguirlo y puede haber problemas con el FSB, los servicios de seguridad” rusos, explica Marek Linha, responsable de NOAS, una ONG noruega de apoyo a los solicitantes de asilo.
Muchas voces critican que los traslados a Nikel o Múrmansk tengan lugar en el momento más frío del invierno, sin aparentemente haber previsto estructuras de acogida en las ciudades rusas. “Enviar a otros países a personas sin derecho de estancia en Noruega implica en la mayoría de los casos que tendrán condiciones peores, sencillamente porque en Noruega es donde se vive mejor”, declaró el martes la ministra de Inmigración e Integración, Sylvi Listhaug, en el Parlamento. “Esto no quiere decir que no se deban efectuar esos traslados”, añadió.
Entre los casos que han conmocionado a la opinión pública destaca el de un matrimonio cristiano sirio con tres hijos que durante la huida compró un visado ruso de entradas múltiples en vez de uno de tránsito. “Cuando pagamos 22.000 dólares para tomar la ruta del Ártico hacia Noruega, no teníamos ni idea del tipo de visado que habíamos conseguido en Rusia. Antes de la guerra en Siria, nunca habíamos estado en el extranjero”, explicó la mujer, Dallia Asaad, a la agencia noruega NTB. “La policía noruega nos envía a la muerte”, dijo.
Las autoridades de inmigración aceptaron finalmente revisar el caso.
En la ciudad fronteriza de Kirkenes, decenas de migrantes esperan su expulsión. Algunos se han esfumado.
Desde el martes, no ha habido operaciones de traslado. Las previstas el jueves y el viernes fueron anuladas, oficialmente por motivos logísticos.