Más que entrar en una competencia de números con presidentes anteriores, el gobierno actual haría bien en construir una estrategia en la materia en la que las áreas protegidas deben ser apenas una pieza más.
POR EUGENIO FERNÁNDEZ VÁZQUEZ
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El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, presumió el viernes que México tiene ya más de 200 áreas naturales protegidas que cubren en torno al 11 por ciento de la superficie terrestre y el 22 por ciento de la superficie marina del territorio nacional. Esto pondría a su gobierno, según explicó, camino de igualar al de Lázaro Cárdenas en cantidad de decretos emitidos. Es una buena noticia, pero que debe matizarse. Si el presupuesto de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) no deja de disminuir estos nuevos decretos no tendrán ningún impacto sobre el terreno. Tampoco hay que olvidar que la biodiversidad rebasa por mucho las fronteras de las áreas naturales protegidas y por tanto urge emprender medidas de conservación y restauración también fuera de ellas.
La veintena de decretos de áreas naturales protegidas hechos en esta administración ha llevado la superficie protegida en México a 91 millones 608 mil hectáreas, de las que 18 millones se ubican en tierra y 73 millones y medio son marinas o marino-costeras. La superficie añadida en el gobierno de López Obrador a la ya protegida con anterioridad fue de algo más de 768 mil hectáreas (un aumento 0.85 por ciento del total y de 3.6 por ciento de la superficie terrestre protegida).
Mientras se registraba este aumento en la superficie que debe proteger Conanp, su presupuesto no hacía sino disminuir. Siguiendo un patrón ya establecido durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, que decretó la protección de cientos de miles de hectáreas al mismo tiempo que recortaba el presupuesto de Conanp, los proyectos de presupuesto de egresos de la Federación presentados al Congreso de la Unión desde 2018 han quitado dinero a la comisión un año tras otro. Los recortes no son menores: hoy Conanp tiene 32 por ciento menos dinero en términos reales que al iniciar este gobierno, para quedar en 983 millones 546 mil pesos en el proyecto de presupuesto de egresos para 2024.
En tiempos de recortes al sector ambiental se ha dicho que quitar presupuesto no afecta ni el resultado ni el desempeño de Conanp, porque en realidad los gobiernos anteriores habrían estado sumidos en el despilfarro y la corrupción. Más allá de si esto es cierto o no, el hecho es que el presupuesto de Conanp ya era insuficiente antes y lo sigue siendo. Si antes en muchos lugares el trabajo con Conanp a través, por ejemplo, de los programas de empleo temporal era una fuente de liquidez y un alivio económico para muchas comunidades dentro o alrededor de un área natural protegida, hoy en muchos sitios ocurre al revés y son las comunidades las que están invirtiendo su tiempo, recursos y esfuerzo en cuidar esas áreas, apoyando a Conanp.
Cuidar la biodiversidad de un país es mucho más que publicar decretos. Más que entrar en una competencia de números con presidentes anteriores, el gobierno actual haría bien en construir una estrategia en la materia en la que las áreas protegidas deben ser apenas una pieza más. El manejo forestal sostenible, la restauración de ecosistemas, el impulso de los productos agroforestales, el manejo de la vida silvestre y, en general, la potenciación de actividades económicas sustentables y regenerativas en zonas ambientalmente sensibles son apenas algunas de las acciones que deben impulsarse a la par de las nuevas reservas y santuarios.
Si lo que se quieren son metas claras a cumplir, se podría acelerar el proceso de construcción de las metas nacionales en relación con el Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal, sumando a ellas a secretarías que hasta ahora no se vinculan directamente con lo ambiental, como la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural o la Secretaría de Bienestar. Todos saldríamos beneficiados con ello, y hacerlo sería también respetar y continuar el legado cardenista que hoy se quiere rescatar solamente sobre el papel.