Oliver Sánchez es ahora una bandera más de la oposición a Nicolas Maduro que evidencia la grave crisis sanitaria que hay en Venezuela.
Después de varios de meses de luchar contra un linfoma no Hodgkin, Oliver Sánchez, de ocho años, perdió la batalla y murió. El caso impactó a los venezolanos, que vieron su fallecimiento como un símbolo de la crisis que enfrenta el sector de la salud, que llevó esta semana a un grupo de médicos a iniciar una huelga de hambre en reclamo de insumos.
Las medicinas que necesitaba Oliver Sánchez sencillamente no llegan a Venezuela, esto es parte de que las autoridades sanitarias del país no tienen dinero derivado de un dispendio que durante año, el gobierno de Nicolas Maduro y antes Hugo Chavez, hicieron de los recursos petroleros del país.
Nadie quiere hacer tratos con Venezuela, nadie, ya que las empresas privadas ven en la nación un peligro inminente de ser nacionalizadas y con ello perder millones de dolares, han preferido cerrar y retirarse del país, profundizando la crisis ya que ha generado desempleo.
Los productores nacionales no le pueden vender a nadie y dentro del esquema de un comunismo salvaje, Venezuela ha racionado la energía eléctrica, la venta de productos y claro, medicinas.
Oliver Sánchez no debió morir, pero las autoridades no hicieron más que condenarlo ante la grave crisis económica que se esta traduciendo ya en emergencia sanitaria por todo el territorio bolivariano.