Papa Francisco insistió: “Invocamos, por lo tanto el espíritu vivificador para que ilumine nuestra mente y Cristo señor no permita a su Iglesia de errar en una obra tan importante”.
Entonces el coro entonó el canto “Veni, creator spiritus” (Ven espíritu creador), que concluyó con la última solicitud de parte del purpurado.
“Beatísimo padre, la santa Iglesia, confiando en la promesa del señor de enviar sobre ella el espíritu de la verdad, que en toda época mantiene el supremo magisterio inmune del error, súplica con grandísima fuerza a vuestra santidad inscribir a estos sus hijos elegidos en el Registro de los Santos”, ponderó Amato.
Finalmente el obispo de Roma se dispuso a pronunciar la fórmula definitiva con la cual elevó al honor de los altares a Angelo Giuseppe Roncalli (Juan XXIII) y Karol Wojtyla (Juan Pablo II).