Por Redacción 16 de diciembre de 2025
En el horizonte del Valle de México se alza un coloso que respira fuego y humo. Para los geólogos, es una amenaza latente que requiere vigilancia milimétrica; para los millones de habitantes que viven a sus faldas, es «Don Goyo», una entidad casi divina. Pero en las últimas décadas, el Popocatépetl ha adquirido una tercera identidad que fascina y aterra a partes iguales: se ha convertido en el epicentro mundial de uno de los misterios más grandes de la era moderna, el fenómeno de los Objetos Voladores No Identificados (OVNI).
Lo que comenzó como relatos de montañistas y campesinos, hoy se ha transformado en un archivo digital de terabytes de video. No son grabaciones borrosas de aficionados temblorosos; son imágenes captadas por el equipo de monitoreo gubernamental de alta tecnología. Esta es la crónica de cómo un volcán activo se convirtió en la supuesta puerta de entrada a lo desconocido.
1. Los vigilantes que vieron demasiado
La historia de este misterio cambió radicalmente con la instalación de la red de monitoreo del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED). El objetivo era claro: vigilar la actividad sísmica y exhalaciones del Popocatépetl para proteger a la población civil. Se instalaron cámaras de alta sensibilidad, lentes de visión nocturna y sensores térmicos apuntando 24/7 hacia el cráter.
Sin embargo, los científicos se toparon con anomalías que no encajaban en la vulcanología. Luces que no eran lava, objetos que cruzaban el encuadre a velocidades hipersónicas y, lo más perturbador, cuerpos sólidos que no pasaban sobre el volcán, sino que parecían interactuar con él. Lo que debía ser un registro geológico se convirtió, involuntariamente, en la mayor base de datos pública de fenómenos aéreos anómalos. La transparencia del CENAPRED al transmitir en vivo permitió que miles de «cibervigilantes» comenzaran a documentar lo imposible en tiempo real.
2. Los cilindros inmensos: ¿Errores o Naves?
Uno de los incidentes más mediáticos ocurrió en octubre de 2012, y posteriormente se repitió en febrero de 2013. Las cámaras captaron un objeto de forma cilíndrica, de dimensiones colosales (estimadas en cientos de metros de largo), precipitándose directamente hacia el cráter del Popocatépetl.
La polémica fue inmediata. Mientras la comunidad ufológica, encabezada por figuras como Jaime Maussan, señalaba que era la prueba definitiva de una «nave nodriza» entrando a una base intraterrena, los escépticos y astrónomos ofrecieron explicaciones más mundanas. Se habló de fallas en el barrido de la cámara, insectos pasando cerca del lente desenfocados o incluso meteoritos cayendo en un ángulo coincidente. Sin embargo, la forma simétrica y la aparente solidez del «cilindro» en las imágenes térmicas dejaron una duda razonable que hasta la fecha no ha sido despejada satisfactoriamente para la opinión pública.
3. Desafiando la física: Entrar al infierno
La lógica aeronáutica dicta que volar sobre un volcán activo es un suicidio. Las columnas de aire caliente, las emisiones de gases tóxicos, la ceniza abrasiva y las temperaturas que superan los 1,000 grados centígrados hacen imposible que cualquier aeronave humana se acerque a la boca del coloso.
A pesar de esto, los videos recurrentes muestran esferas luminosas que se mueven con inteligencia. No son aviones comerciales (que tienen prohibido el espacio aéreo cercano), ni drones convencionales que se derretirían o perderían señal. Lo que las cámaras registran en el Popocatépetl son luces que realizan maniobras de 90 grados, frenan en seco y, en ocasiones, descienden controladamente hacia el interior de la caldera humeante. ¿Qué tecnología puede resistir ese ambiente? Esta interrogante es la que alimenta la teoría de que el volcán no es solo una montaña, sino un camuflaje para algo más complejo.

4. La teoría de los portales magnéticos
Para tratar de explicar lo inexplicable sin recurrir necesariamente a «hombrecitos verdes», algunos investigadores teóricos han propuesto que el Popocatépetl es un punto focal de anomalías magnéticas. Los volcanes, por su propia naturaleza geológica, concentran inmensas cantidades de energía y minerales ferromagnéticos.
La hipótesis sugiere que estas condiciones extremas podrían generar fenómenos electromagnéticos naturales —como centellas o rayos globulares— que las cámaras interpretan como «objetos». Otros, más audaces, sugieren que estas anomalías magnéticas podrían ser utilizadas por inteligencias no humanas como «portales» o agujeros de gusano naturales para el tránsito dimensional, utilizando la energía geotérmica del volcán como combustible. Aunque suena a ciencia ficción, la regularidad de los avistamientos justo antes o después de grandes erupciones sugiere una correlación innegable entre la actividad del volcán y la presencia de estos objetos.
5. El silencio oficial y la cultura popular
Es curioso notar la postura de las autoridades. Mientras que el Pentágono en Estados Unidos ha comenzado a desclasificar videos de UAP (Fenómenos Aéreos No Identificados), en México la postura oficial sobre los eventos en el Popocatépetl es de un silencio administrativo. CENAPRED rara vez comenta sobre los objetos, limitándose a reportar la amplitud de los temblores y la caída de ceniza.
Este vacío informativo ha sido llenado por la cultura popular. Los habitantes de Santiago Xalitzintla y otras comunidades aledañas hablan con naturalidad de los «nahuales» o bolas de fuego que bajan del cerro. Para ellos, no son extraterrestres, sino guardianes místicos de la montaña. La modernidad ha reetiquetado estas leyendas como OVNIs, pero el fenómeno de luces extrañas rondando las laderas es tan antiguo como los asentamientos humanos en la zona.
6. La tecnología 4K: Menos ruido, más misterio
Se pensaba que con la mejora de las cámaras, el misterio se disiparía. Se creía que al tener mayor resolución, descubriríamos que los OVNIs eran simples pájaros, satélites Starlink o aviones lejanos. Pero ha ocurrido lo contrario.
Las nuevas cámaras de ultra alta definición instaladas para monitorear el Popocatépetl han captado detalles aún más desconcertantes: formaciones en «V», objetos que se dividen en dos y luces que parpadean en patrones rítmicos respondiendo a destellos en tierra. Lejos de resolver el enigma, la tecnología nos ha dado una butaca en primera fila para observar un espectáculo que no comprendemos.
Conclusión: Un enigma a plena vista
A diferencia del Área 51 o de bases secretas en la Antártida, el misterio de este volcán está a la vista de todos, transmitiéndose por internet las 24 horas del día. No hace falta ser un conspiracionista para notar que algo extraño ocurre en los cielos de Puebla y el Estado de México.
Ya sea que se trate de fenómenos atmosféricos desconocidos, prototipos militares secretos o, en efecto, visitantes de otros mundos utilizando la energía telúrica, el Popocatépetl sigue guardando celosamente sus secretos bajo un manto de nieve y ceniza. Mientras la ciencia busca explicaciones geológicas, las cámaras siguen grabando, y cada noche, miles de ojos miran la pantalla esperando ver esa luz que desafía todas las leyes de nuestra realidad. El volcán ruge, y con él, el misterio se mantiene más vivo que nunca.








