De acuerdo a la American Astronomical Society, el planeta Tierra está bajo un riesgo creciente y poco difundido: la basura espacial.
Y no es que el planeta le esté copiando a Saturno, pero hoy en día se puede observar a la Tierra con un anillo, pero este sólo está formado por basura.
Cuando el Sputnik I se convirtió en el primer satélite artificial nadie pensó en la presencia de basura espacial, aunque en la actualidad el espacio exterior está poblado por pequeñas partículas que constituyen un alto riesgo para el desarrollo de misiones espaciales presentes y futuras, la propia planeación de nuevas misiones y, en primer lugar, para los astronautas.
La basura espacial se origina principalmente por explosiones de satélites o partes de cohetes. El desprendimiento de las distintas partes de un cohete, como en el caso de los históricos Saturno V que llevaron al hombre a la Luna, también han sido una fuente común de desperdicio. Muchas veces las baterías de los satélites estallan accidentalmente, pero en otros casos los satélites fuera de órbita son destruídos intencionalmente para evitar su entrada a la Tierra.
Existe una lista de 115 misiones que han terminado en la destrucción o fragmentación del satélite, nave o cohete.
El primer registro oficial de la generación de basura espacial corresponde al desprendimiento de una etapa del cohete Ablestar que puso en órbita al satélite Transit 4A, el 29 de junio de 1961. Tres años después se dió la primera destrucción intencional de un satélite, el Kosmos 50, que no se recuperó de acuerdo a lo planeado por los soviéticos. En muchas ocasiones, tanto soviéticos como estadunidenses hicieron pruebas haciendo explotar deliberadamente satélites en órbita, por lo que todas estas explosiones dieron lugar al problema actual de los desechos espaciales