Cuando comenzaron a conocerse detalles del enfrentamiento en la comunidad de Tlatlaya, tierra donde muere el sol, los mandos pidieron confirmación una y otra vez. Nadie puede imaginarse un enfrentamiento entre fuerzas federales y claro, integrantes del narcotrafico en un estado con problemas pero no tantos como en Tamaulipas o Michoacán como lo es el Estado de México. Los teléfonos no dejaron de sonar, todos deseaban saber que diablos paso en Tlatlaya. La tensión se expandió y llego a esferas que pocos conocen.
Tlatlaya es un sitio peligroso, vecino de los estados de Guerrero y Michoacán, exactamente donde esos tres estados hacen frontera, de difícil acceso, pero no por ello alejado de las fuerzas federales, de hecho es en Tlatlaya donde se procesa droga sintética, una importante cantidad de laboratorios están regados por esa zona; pero la magnitud de la balacera rebasó cualquier parámetro al menos en el actual gobierno donde masacres de 22 personas, no se habían dado.
A estas alturas de la lucha del gobierno en contra del crimen organizado, una balacera con 22 víctimas es, simplemente, demasiado. SEDENA y Policía Federal están al tanto y por ello mismo cada minuto pedían información, no dude de que se quiera hacer un control de daños y que por ello mismo estamos viendo que poco sabemos del caso.
El discurso de la disminución de la violencia en el país cayó al fondo de las barrancas de la localidad. Tiene que revisarse. Tlatlaya fue puesto en el mapa y si al menos no de los medios de comunicación si de las oficinas de seguridad.