Un grupo de investigadores canadienses recibió en donativo unos pulmones que se consideraban demasiado dañados para transplantar y los reparó con terapia genética.
Se necesitarán más investigaciones para ver si esa regeneración se mantiene y para comprobar si los pulmones funcionan tan bien dentro del organismo humano como en el laboratorio. Pero el estudio publicado el miércoles dio esperanzas a los especialistas de poder aumentar el número de pulmones disponibles para los enfermos que los necesitan desesperadamente.
Sólo un 15% de los pulmones suministrados actualmente por donantes pueden usarse para transplantes.
El problema no suele ser que los pulmones estén en mal estado, sino que las delicadas vías respiratorias resultan dañadas mientras los médicos tratan de mantener vivo al donante, o la muerte cerebral causa una inflamación masiva que agrava el daño. Y los pulmones que son transplantados son vulnerables a una cascada de inflamaciones en los primeros tres días posteriores a la cirugía.
De hecho, la supervivencia de los receptores de transplantes de pulmones a los cinco años es de apenas el 50%, peor que para los que reciben donaciones de corazón, hígado o riñones.
La nueva investigación, de la Red de Salud de la Universidad de Toronto, apunta primero a salvar los pulmones donados que de otro modo serían descartados y, si eso resulta, podría prevenir también los daños posteriores al transplante.
La clave es un gen que produce la sustancia llamada interleucina-10. Entre las muchas funciones de la IL-10 se encuentra la de reducir la inflamación de las moléculas más proclives a dañar los pulmones. Pero cuando los pulmones son donados, son puestos rápidamente en hielo para detener el deterioro de los tejidos, y eso impide la acción de lo que queda de IL-10.
Por eso, el doctor Shaf Keshavjee diseñó el proceso siguiente: primero crear una cámara a temperatura del organismo que mantenga los pulmones vivos fuera del cuerpo. Su equipo creó una cúpula protectora para alojar los pulmones, donde se les bombea una solución de oxígeno y nutrientes para imitar el funcionamiento del organismo, pero sin el flujo sanguíneo.
Y segundo, insertar un gen en esos pulmones para producir altos niveles de IL-10 y revertir la inflamación.