Tratando de aprovechar el descontento público luego de derrotas consecutivas en elecciones nacionales, líderes conservadores reunidos el viernes fustigaron las políticas del presidente Barack Obama, calificando su plan de salud de socialismo, advirtiendo de una expansión del gobierno y criticando el rescate del sector financiero como injusto para los contribuyentes.
“Nosotros confiamos en Dios, no en el gobierno”, dijo Tony Perkins, del Family Research Council, quien criticó un “esfuerzo actual de esta administración y de la mayoría liberal en el Congreso para apoderarse de nuestro sistema de salud”.
El representante republicano Mike Pence predijo “una avalancha de socialismo” bajo los demócratas y dijo que ellos están “administrando esteroides a unos gastos federales descontrolados”.
Y el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, declaró: “No podemos permitir que una deuda agobiante ni un gobierno cada vez mayor sofoquen el sueño estadounidense”.
Los republicanos, en particular la derecha del partido, están adoptando un tono populista de “nosotros contra ellos” en asuntos como la economía, la salud y el gobierno federal, con esperanzas de encontrar una estrategia contra Obama.
Con ello, el partido pudiera haber encontrado una contexto más amplio dentro del que puede colocar asuntos culturales, religiosos y sociales que satisfacían a los republicanos más extremistas, pero a veces fueron rechazados por moderados e independientes.
Durante la presidencia de George W. Bush, los republicanos se concentraron principalmente en asuntos como la religión, los homosexuales y las armas de fuego, y ello les garantizó el apoyo de los religiosos conservadores. Oradores en encuentros como la reunión anual Values Voters Summit, que comenzó el viernes, dedicaban sus mayores esfuerzos a criticar el aborto, los matrimonios homosexuales y las restricciones a las armas de fuego.
Pero esta estrategia tenía sus límites, porque la mayoría de los estadounidenses no tienen en cuenta un solo asunto al colocar su voto.
Ultimamente esos temas no concitan tanta atención, aunque los conservadores usan el debate de la reforma de salud para combatir el aborto y otras cuestiones afines.
Todo ello en medio de una oportunidad política más amplia creada por un país que pasa por un momento cáustico en el que la furia de la gente está motivada en gran parte por temores a la recesión, el incierto futuro y un nuevo presidente que no se parece a sus antecesores.
Reflejando la angustia, 57% de los encuestados en un sondeo Associated Press-GfK dijeron que el país marcha por el camino equivocado.