Los residuos de plastificante que aparecen en la orina en caso de autotransfusión sanguínea, una de las hipótesis en el caso del ciclista Alberto Contador, podrían convertirse en una manera fiable de detectar este método de dopaje, contra el que luchan desde hace años las instituciones.
Desde su creación en 1999, la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) financió varios estudios científicos en Australia o Canadá para encontrar un marcador seguro que demuestre que se han realizado las llamadas transfusiones autólogas (de su propia sangre), y terminar así con la impunidad de algunos deportistas.
Mientras algunos estudios intentan analizar las complejas modificaciones de los glóbulos rojos o de las proteínas, un laboratorio antidopaje en Barcelona optó por estudiar la presencia del plastificante que se usa en las bolsas donde se almacena la sangre antes de su transfusión.
El equipo de Jordi Segura, director de este laboratorio, demostró que las personas que reciben una transfusión sanguínea presentan en la orina una concentración de contaminantes relacionados con este plastificante cuatro veces superior a la media, como mínimo.
“Se trata de un auténtico paso adelante porque por primera vez podemos detectar las transfusiones autólogas”, dijo Segura, inventor del método.
“En enero publicamos los datos y dimos información suplementaria a la AMA poco después. Ahora son ellos los que tienen que decidir a partir de qué momento se puede aplicar”, añadió.
Para desarrollar el método de detección, el laboratorio catalán trabajó en colaboración con un laboratorio antidopaje en Colonia, Alemania, uno en los que fueron analizadas las muestras de orina de Contador del último Tour.
“Es verdad que conocen el método y saben cómo utilizarlo”, admitió Segura, aunque el laboratorio alemán no ha querido por el momento pronunciarse y se limitó a decir que estaba “preparando una publicación” sobre el tema.
Para que este método de detección sea homologable será necesario fijar un límite, es decir una cantidad a partir de la cual se considere que hubo autotransfusión.
El problema es que, como subrayan los científicos, todo el mundo está expuesto a este plastificante, el DEPH.
Según los resultados de varios estudios, un sujeto sano tiene en su orina una tasa de DEPH inferior a 50 ng/ml (nanogramos/millilitro), mientras que una persona enferma o un deportista que haya recibido una transfusión tiene una tasa cercana a los 200 ng/ml.
Antes de homologar o no un método, los responsables de la lucha contra el dopaje intentan siempre ser prudentes, conscientes de que cada nuevo descubrimiento puede ser invalidado por los tribunales deportivos