El actual ritmo de vida y el consumo de comida rápida y chatarra provoca trastorno nutricional de gran impacto en la salud de los niños mexicanos, que propicia la obesidad, indicó la psicóloga Natalia Merino Ramos, del Hospital General de México.
En entrevista, la especialista detalló que la obesidad o sobrepeso son de las enfermedades o factores de riesgo en niños de etapa escolar, es decir, entre los cinco y los 11 años, que aumenta la probabilidad de padecer enfermedades como diabetes, hipertensión y dislipidemia.
La psicóloga explicó que las familias en las que ambos padres trabajan y la disfunción familiar prevalece son elementos de riesgo para que los menores contraigan obesidad o sobrepeso, ya que son situaciones que fomentan la pérdida de valores, la desintegración familiar y el compromiso de convivir.
Descartó que en México la falta de recursos económicos sea un factor para comprar comida saludable, esto se debe a que en ocasiones los padres que trabajan no preparan alimentos y dan dinero a sus hijos, quienes a su vez adquieren “productos chatarra”.
Merino Ramos añadió que el problema se debe abordar desde un nivel educacional con disciplina de alimentación y nutrición, en la que los niños adquieran conceptos claros sobre ese padecimiento, así como diseñar un programa de educación física favorable.
A su vez, el director general del Hospital Infantil de México (HIM) “Federico Gómez”, José Alberto García Aranda, dijo que el sobrepeso en la etapa infantil supone una situación de riesgo, que al llegar a la juventud podría ocasionar diabetes mellitus tipo II, hipertensión, así como problemas cardiacos, entre otros.
Por esta razón, indicó que es necesaria una valoración clínica preventiva y dar seguimiento para evitar que los niños presenten obesidad y se agrave el problema de salud pública de esta enfermedad en México.
García Aranda señaló que para erradicar el problema de obesidad las acciones terapéuticas deberán iniciarse en el momento de identificar un problema de sobrepeso y en estos casos lo correcto es modificar el estilo de vida y mejorar el patrón de alimentación.
El especialista agregó que durante la etapa de crecimiento de los niños se puede presentar debilidad, cansancio y fatiga, acompañado de anemia aún siendo obeso.
Añadió que el sobrepeso y la obesidad por sí mismos no requieren tratamiento farmacológico, sólo los que presentan alteraciones metabólicas u obesidad mórbida, que es el último grado de la enfermedad y se tiene que recurrir a una cirugía para reducir el estómago.
Los especialistas coincidieron en que el niño obeso nunca debe atenderse de manera aislada, sino se debe considerar a la familia en cada una de las etapas terapéuticas.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud (Ensa) 2006 los malos hábitos alimentarios representan 95 por ciento de los casos de padecimiento crónico, que deriva de las dietas altas en lípidos, hidratos de carbono refinados y aumento en el consumo de alimentos industrializados.
La obesidad en los niños se debe a que evitan el desayuno, pero consumen un refrigerio en la escuela, no tienen horarios de comida establecidos, lo que deriva en que presenten largos periodos de ayuno y/o unión de comidas.
En un recorrido realizado por Notimex en algunas escuelas de la delegación Tlalpan se observó que los alimentos que se venden durante el receso son frutas, verduras y tacos de gran variedad, aunque los dulces y chicharrones son los más consumidos.
Uno de los mayores retos para las instituciones educativas es la comercialización de “comida chatarra” que adquieren los niños al salir de clase, comentó el profesor de sexto año de primaria y coordinador de la cooperativa, Luis Rey.
El educador recordó que únicamente los libros de texto de tercer grado cuentan con el tema de la alimentación, los beneficios y la distribución de los mismos, pero la obesidad como tal no se encuentra en el programa educativo.
Paloma, de 10 años, explicó que la obesidad “es cuando comes mucho y puede provocar un infarto, pero no sabe cómo evitarlo”. Detalló que regularmente desayuna un yogurt, y con los 10 pesos que le dieron sus papás compró “dulces y una paleta de hielo”.
José, de 11 años, durante el recreo comentó que únicamente desayunó té y que con los 10 pesos que traía compró unas jícamas y un “chorro de dulces”, sólo cinco golosinas, recordó sonriendo.
“Compran bombones de chocolate y cachetadas”, dijo Israel, de 11 años, a sus compañeros, quien expuso que desconoce el tema de la obesidad, aunque comentó que en la televisión vio que con esta enfermedad uno se puede morir.
El únicamente desayunó un vaso de leche y pan, por lo que el dinero que le dieron en casa lo destinó para el faltante de los dulces que vendía, “me lo gaste en chucherías como papas, refrescos y paletas”, dijo apenado.
Los especialistas concluyeron que los buenos hábitos alimenticios, aunado con el ejercicio, son decisivos para mantener una vida saludable, perder peso y prevenir enfermedades cardiovasculares y metabólicas