Sabrata trata de volver a la normalidad. La vida vuelve poco a poco a la normalidad en Sabrata tras el estupor que causó la breve ocupación del centro de esta ciudad libia por los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI), expulsados al término de encarnizados combates.
El 24 de febrero pasado, unos 200 yihadistas tomaron la sede de las fuerzas de seguridad y varios edificios gracias a un ataque nocturno. Cinco días antes, un ataque aéreo estadounidense contra un campamento del EI en la periferia de Sabrata mató a 50 personas y probablemente a uno de los líderes de la organización.
Los habitantes de la ciudad, a 70 kilómetros al oeste de Trípoli, se encerraron durante cuatro días en sus casas atemorizados por esta demostración de fuerza del EI y los sucesivos combates entre milicianos y yihadistas.
Finalmente, las milicias proclamaron su “victoria” el sábado y el domingo la mayoría de los mercados y las tiendas abrieron, si bien no hay tantos clientes como de costumbre.
“Fue un shock para todo el mundo. Los yihadistas se encontraban en casas en la periferia de la ciudad y de repente aparecieron en el centro de Sabrata para proclamar su emirato”, cuenta a AFP Mohamad, comandante de una milicia local que participó en los combates. “Pero los hemos derrotado y expulsado y la vida empieza a recobrar la normalidad”, añade el miliciano, destacando que el EI “no tiene aquí ninguna base popular”.
En los combates fallecieron unos cuarenta milicianos. Del lado yihadista se desconoce el número de bajas.
Por el momento, la circulación se ha reanudado, tímidamente. Las escuelas seguirán cerradas hasta la “normalización total de la situación”, según las autoridades, y los bancos reabrirán esta semana.
“Estábamos aterrorizados. Temíamos por nuestros hijos y nuestras familias”, cuenta Osama al Jedi, un vecino de Sabrata, en el mercado de frutas y verduras. “Estamos felices por el restablecimiento de la seguridad, y con la ayuda de Dios no volverán más”, confía.
El alcalde de la ciudad, Husein al Daudi, pidió el lunes a todos los vecinos que “hagan de forma que la vida vuelva a la normalidad, abriendo comercios, panaderías y empresas”.
La ciudad de Sabrata se encuentra bajo el control de milicias integrantes de la coalición Fajr Libia (Amanecer de Libia en árabe), que se apoderó en agosto de 2014 de Trípoli y varias regiones del oeste.
Poco después, Fajr Libia instaló una autoridad paralela (un gobierno y un Parlamento) en Trípoli, obligando a las autoridades reconocidas por la comunidad internacional a exiliarse en Tobruk, en el este del país.
El caos reinante en Libia desde la caída y muerte en 2011 del dictador Muamar Gadafi ha propiciado el ascenso del EI, que controla la ciudad de Sirte, a 450 kilómetros al este de Trípoli, y trata desde allí de extender su influencia.
Entre los combates y las luchas de poder parece difícil encontrar una solución política a corto plazo. La ONU trata de promover un gobierno de unión nacional, capaz de hacer frente a los yihadistas, de momento sin éxito.
Una situación que un habitante de Sabrata resume así: “lo que estamos viendo es la consecuencia de los desacuerdos políticos. Los políticos son los principales responsables, ellos son quienes han abierto la vía a los extremistas”