En casa, Salma Hayek prende el televisor, lee los diarios o se entera de noticias tan desagradables de México, que hasta el estómago se le revuelve y la preocupación aumenta día con día.
Le angustia ver que no hay cambios, le sorprende y entristece que la ola de violencia no cesa, lo mismo que a su marido, François-Henri Pinault, el francés que también ya siente el dolor gracias a que su mujer ama tanto a su país.
Anoche, ella estuvo presente en un hotel de la Ciudad de México para promover su película El Profeta, que estrena el 22 de enero en 55 salas. Junto con ella, estaban Sandra Echeverría y Loreto Peralta, las encargadas del doblaje de su cinta en español.
Hayek expresó que desde Francia está convencida que el cambio en México está en la conciencia, no en una revolución armada como ocurrió en 1910; y en la educación y formación de las nuevas generaciones que tomarán, algún día, las riendas de su tierra.
Lo que se tiene que cambiar es la conciencia colectiva, y eso no se cambia con armas”, sentenció desde su asiento en un estrado, donde su palabra fue escuchada con atención por más de 50 medios mexicanos.
“Sí, hay que incitar al cambio, pero creo que tenemos que buscar otras avenidas. Es importante que esta película la vean los niños, porque estimula su pensamiento. Cuando los niños se esfuerzan a visitar lugares nuevos del cerebro, espero que ellos se levanten con una manera de pensar que no se nos haya ocurrido a nosotros.
Yo creo que ahorita no hay nadie que se nos haya ocurrido una solución para la situación. Sabemos el problema; si leyéramos la Constitución, estaría resuelto, el problema está en que todos nosotros lo implementemos. Hay que estimular a que los niños sean mejores a nosotros y sean nuevos pensadores”, agregó.