Por Redacción 25 de diciembre de 2025
Al destapar el recuento final de este año, la realidad golpea con la fuerza de un titular de nota roja. La seguridad 2025 en México no fue la historia de pacificación que se prometió en los discursos oficiales, sino una crónica de reacomodos violentos, transgresión de fronteras invisibles y el colapso de las «zonas seguras». Si bien hubo detenciones de alto perfil, la sensación térmica en las calles —desde la frontera norte hasta el centro del país— es que la estrategia de contención ha sido rebasada por una criminalidad que opera con una impunidad desafiante.
Para entender el fracaso de la seguridad 2025 en términos de percepción ciudadana, no basta con mirar las cifras de homicidios dolosos; hay que diseccionar los eventos cualitativos que sacudieron la conciencia nacional. Este año, el crimen organizado demostró que puede cenar en los restaurantes más exclusivos de la capital, desaparecer a líderes sociales en la sierra y operar redes financieras desde zonas residenciales de lujo. A continuación, presentamos la crónica de los seis hechos que definieron la crisis de inseguridad en estos doce meses.

1. El mito de la «Burbuja Capitalina» revienta en Zona Rosa
Quizás el golpe más mediático a la seguridad 2025 ocurrió apenas hace unos días, en plena víspera navideña. La Ciudad de México, que durante años se vendió como un oasis blindado frente a la guerra del narco, fue escenario de una ejecución digna de una película de gánsteres.
El asesinato de Óscar Noé Medina González, alias «El Panu«, jefe de seguridad de «Los Chapitos», mientras cenaba en el restaurante Luaú de la Zona Rosa, evidenció una falla catastrófica en la inteligencia local. ¿Cómo es posible que uno de los objetivos prioritarios de la DEA, con una recompensa de 4 millones de dólares, paseara como turista por la colonia Juárez? Este hecho destrozó la narrativa de que los grandes capos no operan en la CDMX. La seguridad 2025 en la capital quedó expuesta: la ciudad no es un refugio, es un tablero de ajedrez donde los reyes del crimen se mueven, viven y mueren entre los civiles.
2. La guerra contra las familias: El caso Zapopan
Otro evento que marcó la agenda de la seguridad 2025 fue el cambio de «códigos de ética» en la lucha contra el narcotráfico. La detención en Zapopan de Mario Lindoro Elenes y su hijo, suegro y cuñado de Iván Archivaldo Guzmán, confirmó que el Estado ha decidido golpear el entorno afectivo y financiero de los líderes criminales.
Si bien operativamente es un éxito, este hecho encendió las alarmas sobre la posible reacción violenta. Al vulnerar la seguridad de las familias de los capos en zonas residenciales de Jalisco, se rompió una tregua tácita. La seguridad 2025 se vio amenazada por la posibilidad de que los cárteles respondan con la misma moneda, atacando objetivos civiles o familiares de funcionarios, escalando el conflicto a un nivel de terrorismo personal que no habíamos visto con tal intensidad en años anteriores.
3. El silencio forzado en Nayarit: La desaparición de líderes
Mientras los focos estaban en los grandes capos, la seguridad 2025 en el México rural se desmoronaba silenciosamente. El caso de Andrés Salinas de la Cruz, exsíndico y líder de la CNC en Huajicori, Nayarit, es el rostro de una tragedia que afecta a cientos de comunidades.
Su desaparición no fue un crimen común; fue un mensaje político del crimen organizado para controlar el territorio y los recursos naturales. En este año, vimos cómo zonas enteras de la sierra madre se convirtieron en «territorios fantasma», donde la autoridad municipal es inexistente y los líderes sociales son cazados. La crisis de seguridad 2025 en el campo demostró que los cárteles no solo trafican drogas, sino que buscan gobernar regiones completas, desplazando al Estado y sometiendo a la población productiva.
4. Nuevo León y la carretera del miedo
Para el norte del país, el balance de la seguridad 2025 tiene un sabor amargo. A pesar del boom económico y la llegada de inversiones extranjeras, la carretera Monterrey-Laredo continuó siendo una ruleta rusa para transportistas y paisanos.
Los reportes constantes de «retenes falsos», desapariciones de conductores y robos de mercancía evidenciaron que la Guardia Nacional no ha logrado pacificar las rutas comerciales más importantes. La seguridad 2025 en Nuevo León y Tamaulipas se vio rebasada por la logística criminal, que utiliza tecnología de punta (drones y «halconeo» digital) para burlar los operativos. Este año confirmó que se puede tener una economía de primer mundo conviviendo con una seguridad de estado fallido.
5. El Poder Judicial bajo la lupa: El caso Arizmendi
La seguridad 2025 no solo falló en la prevención, sino también en la impartición de justicia. La absolución parcial de Daniel Arizmendi, «El Mochaorejas», justo en Nochebuena, fue un balde de agua fría para la sociedad. Aunque el secuestrador no salió libre gracias a otras sentencias, el mensaje fue devastador: el sistema sigue teniendo grietas por donde los criminales más sanguinarios pueden colarse.
Este evento puso sobre la mesa la fragilidad de los expedientes antiguos y la incapacidad de las fiscalías para sostener acusaciones históricas. La percepción de impunidad creció, alimentando la desconfianza ciudadana en las instituciones. Un año donde la seguridad 2025 legal pareció trabajar a favor de los victimarios y no de las víctimas, generando un debate nacional sobre la necesidad de una reforma judicial que garantice castigo, no solo procesos burocráticos.
6. La tecnología del terror: Fentanilo y Ciberseguridad
Finalmente, el 2025 criminal fue el año de la tecnificación. Los cárteles mexicanos consolidaron su transición hacia organizaciones trasnacionales digitales. El tráfico de fentanilo, que dominó la agenda bilateral con Estados Unidos, se volvió más difícil de rastrear debido al uso de criptomonedas y la Dark Web.
La seguridad 2025 enfrentó el reto de combatir a enemigos invisibles. Ya no son solo hombres armados en camionetas; son hackers lavando dinero y químicos cocinando drogas sintéticas en laboratorios móviles. Las autoridades mexicanas se vieron, en muchos casos, tecnológicamente obsoletas frente a la capacidad de innovación del crimen organizado, que invierte millones en contra-inteligencia.
Conclusión: Un pronóstico reservado para 2026
Al cerrar la carpeta de la seguridad 2025, el diagnóstico es crítico. México no está en paz. La violencia ha mutado, se ha vuelto más selectiva en las ciudades y más brutal en el campo.
Los hechos aquí narrados —la ejecución del «Panu», la caída de los Lindoro, el drama de Nayarit y las fallas judiciales— son piezas de un rompecabezas que no logramos armar. Para el ciudadano de a pie, la promesa de seguridad sigue siendo eso: una promesa incumplida. El reto para 2026 será titánico: recuperar el territorio perdido y, sobre todo, recuperar la confianza de una sociedad que ha aprendido a vivir con miedo.








