Una importante coalición opositora siria decidió finalmente acudir a Ginebra, donde se abrieron el viernes negociaciones de paz bajo los auspicios de la ONU, pero los expertos estiman que estas conversaciones difícilmente permitirán terminar con la guerra.
Aunque oficialmente no mantendrá contactos con el régimen del presidente Bashar al Asad, sino solamente con la ONU, el Alto Comité de Negociaciones (ACN) anunció desde Arabia Saudita que enviará “entre 30 y 35 personas” a Ginebra.
Dos años después del fracaso de las primeras conversaciones de paz para Siria, la oposición está en peor posición para negociar, entre otras cosas porque los combatientes leales al presidente Asad, que cuenta con apoyo militar ruso, han logrado recuperar terreno.
El contexto “es menos favorable a la oposición, ya que el régimen ha reconquistado posiciones” que controlaban grupos armados opositores, afirmó a la AFP Agnès Levallois, especialista de Medio Oriente radicada en París.
“La oposición está en una situación muy incómoda porque su margen de maniobra es más limitado y no quiere que la delegación que tiene frente a ella le pase por encima”, agregó.
Yezid Sayigh, del centro Carnegie para Medio Oriente, dijo algo similar: “Rusia y el régimen sienten que están empezando a tomar la delantera con respecto a la oposición”, puntualizó.
A las dificultades de la oposición en el frente militar se agrega un cambio de enfoque de las potencias occidentales, las cuales durante mucho tiempo reclamaron la renuncia del presidente sirio acusándolo de ser el verdugo de su propio pueblo.
No obstante, luego cambiaron de discurso tras el avance del grupo yihadista Estado Islámico (EI), considerado la amenaza principal.
Además, estas potencias occidentales se sienten sobrepasadas ante la llegada a Europa de cientos de miles de refugiados, muchos de ellos sirios que huyen de la guerra. Así, esperan que estas negociaciones intersirias, cuya duración prevista es de seis meses, consigan poner fin a una guerra que ha dejado más de 260.000 muertos y millones de refugiados desde marzo de 2011.
En este contexto, la principal reivindicación de estos opositores, la renuncia de Asad, que contaba al iniciarse la guerra con el apoyo de algunas grandes potencias, ya no parece estar al orden del día.
“El nacionalismo autoritario ha vuelto a estar de moda”, según Karim Bittar, del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS), un centro de investigación francés.
Queda “claro que para Estados Unidos y hasta para los sauditas”, la renuncia de Asad no puede constituir “una condición previa”, aseguró Sayigh.
“El verdadero interrogante es saber si las principales potencias optarán por un consejo de transición, con un mecanismo que garantice que Asad no se vuelva a presentar en las futuras elecciones presidenciales”, recalcó.
“Los combates continúan y el desastre humanitario también”, recalcó el politólogo Ziad Maged.
Según Bettina Luescher, portavoz del Programa Mundial de Alimentos (PMA), 18 zonas en Siria están sitiadas y más de 4,6 millones de personas tienen poco o ningún acceso a ayuda humanitaria.
La oposición se negaba a participar en estas negociaciones indirectas debido a la situación humanitaria en Siria, pero cambió de parecer tras haber obtenido -dice- garantías de la ONU sobre algunos aspectos. Insiste, no obstante, en que sólo hablará con el enviado especial de la ONU.