Los talibanes afganos intentan consolidar sus posiciones con una inédita ofensiva invernal antes de las negociaciones con el Gobierno de Kabul para partir con ventaja, estiman los analistas.
Normalmente, la insurrección talibán suele tomarse un respiro durante el rudo invierno y se recrudece con la llegada de la primavera. Pero en diciembre hubo numerosos ataques, sobre todo en Kabul, golpeado por tres atentados desde el viernes.
La ofensiva de invierno puede ser un intento del nuevo líder, el mulá Ajtar Mansur, de afianzar su posición antes de las negociaciones cuatripartitas entre Afganistán, Pakistán, Estados Unidos y China. La semana que viene está previsto un encuentro para preparar la reanudación del diálogo entre el gobierno afgano y los insurgentes islamistas.
Según el experto Ahmed Rashid, es muy probable que Mansur esté intentando demostrar su poder con ataques de gran envergadura después de haber resultado herido en diciembre en un tiroteo entre comandantes talibanes rivales.
“Nunca hubo una ofensiva invernal semejante por parte de los talibanes. Continuará sin interrupción hasta la primavera o el verano”, declaró Rashid a la AFP. “Me parece muy peligroso. Mansur consolida su posición si se le considera una fuente de logros militares”.
“El éxito militar despoja de toda legitimidad a la facción anti-Mansur que está emergiendo”, dice, refiriéndose a la formación hace unos meses de un grupo disidente.
“Los insurgentes están intentando demostrar a todo el mundo que están activos en el país para obtener más concesiones en las negociaciones”, abundó Dawlat Waziri, portavoz del ministerio afgano de Defensa.
Pakistán, considerado como uno de los pocos países con influencia sobre los talibanes, desempeña también un papel en la violencia, estiman los analistas.
“Los talibanes no tienen autoridad para tomar decisiones en las negociaciones, están controlados por otros”, asiente el experto Zalmay Wardak, haciendo alusión a Pakistán.
Últimamente, Pakistán ha reorientado su política exterior en Afganistán, dejando de avalar el recurso a combatientes por procuración para conseguir sus fines.
Un giro diplomático no sólo con Afganistán, sino también con India.
Islamabad y Nueva Delhi decidieron recientemente reanudar las negociaciones de paz, pero a la luz de los dos ataques espectaculares contra intereses indios del pasado fin de semana es posible que algunos miembros del ejército paquistaní quieran tumbar el acercamiento.
“El ataque en India y el aumento de la violencia en Afganistán pueden analizarse como el fruto de una sola y misma estrategia”, que no tiene por qué contar con el visto bueno del mando militar, sugiere Jadim Husain, un analista político.
En su opinión, el ataque contra la base india y las ofensivas en Afganistán indican que no todo el ejército paquistaní apoya las negociaciones.
Arif Rafiq, un investigador paquistaní del Middle East Institute, lo matiza: “Es posible que los extremistas responsables de estos ataques reciban consignas por parte de efectivos militares paquistaníes, pero también lo es que actúen por iniciativa propia, para intentar arrogarse un derecho de veto sobre el acercamiento indo-paquistaní”.
El caso es que la lucha de influencia regional entre Islamabad, Delhi y Kabul puede seguir alimentando la insurrección que sacude Afganistán desde hace 15 años, concluye Rashid.