Ted Cruz comienza a sumar apoyos no por bueno, sino por Donald Trump. Los ansiosos dirigentes republicanos están haciéndose a la idea de que el segundo aspirante a la nominación presidencial menos deseado, Ted Cruz, podría ser al final de cuentas la única opción que tienen para frenar a Donald Trump, al que quieren menos todavía.
Durante mucho tiempo, colegas del Senado y exrivales en la contienda presidencial temieron la ideología purista de Cruz, pero ahora les preocupa más la posibilidad de que Trump salga nominado. Cruz ha recibido el apoyo de una de sus antiguas rivales en las primarias, Carly Fiorina, y busca el de otro, Jeb Bush.
El senador Lindsey Graham dice que Cruz es “la persona más lógica para frenar a Trump”. No hace mucho Graham había dicho que elegir entre Cruz y Trump era optar entre “ser baleado o envenenado”.
Trump, por su parte, pide al aparato del partido republicano que se unan detrás de su candidatura.
“No es mi preferido”, declaró Graham sobre Cruz. “Pero estamos donde estamos. Y si Trump gana en la Florida y en Ohio, no creo que se lo pueda frenar”.
Las contiendas del martes que viene en esos dos estados, cuyos vencedores se llevarán todos los delegados en disputa, preocupan al movimiento anti-Trump dentro del Partido Republicano.
El magnate está dominando las primarias y podría tomar una ventaja decisiva.
“Si gano los dos (estados), esto se acabó”, se mofó Trump en una entrevista con el programa “Anderson Cooper’s 360” de CNN.
“En lugar de resistirme, deberían abrirme los brazos”, agregó en declaraciones a Fox News Channel.
Bush, quien asomó como el candidato del establishment republicano pero se tuvo que retirar tempranamente de la puja al no recibir el apoyo que esperaba, está hablando con todos los candidatos que siguen en carrera, con excepción de Trump, antes del debate republicano de la noche. El miércoles se reunió en privado con Marco Rubio y planeaba verse el jueves con Cruz y con John Kasich.
Bush y Trump tuvieron tensas confrontaciones durante la primera parte de la campaña y en varias ocasiones se tildaron el uno al otro de “perdedor”.
Rubio, el favorito del establishment tras el derrumbe de la candidatura de Bush, intentó ser la figura llamada a unificar el partido, pero tuvo un día desastroso este martes, en que no sumó un solo delegado. Trump ganó tres votaciones y Cruz una ese día.
Ahora, necesitado de una victoria el martes próximo en su estado de la Florida para salvar su candidatura, Rubio admite que tal vez se le fue la mano en sus virulentos ataques a Trump.
“Mis hijos se sintieron incómodos. Si tuviese que hacerlo de nuevo, no lo haría”, dijo el miércoles por la noche en MSNBC.
La debilidad de Rubio ha hecho que muchos de sus partidarios empiecen a contemplar la posibilidad de apoyar a Cruz.
“Creo que podría hacerlo”, declaró el senador Dean Heller, quien respalda a Rubio. “Estoy de acuerdo con Cruz el 80% de las veces. Hay cosas en las que no coincido, pero si coincido en el 80% y es conservador, nos vamos a llevar bien”.
Por ahora, no obstante, ni un solo senador republicano ha apoyado a Cruz, quien dijo que el líder de la mayoría en el Senado Mitch McConnel es un mentiroso y promovió una paralización parcial del gobierno que duró 16 días en el 2013.
Trump tiene el respaldo de un senador, Jeff Sessions, y Rubio el de 14.
Fiorina, sin embargo, ofreció a Cruz una inmediata dosis de credibilidad al decir el miércoles en Miami que Trump la “horroriza”.
“La verdad es que Donald Trump y Hillary Clinton son dos caras de la misma moneda”, declaró, con Cruz a su lado. “Es hora de que nos unamos detrás de la persona que puede derrotar a Donald Trump, que puede derrotar a Hillary Clinton”.
A numerosos republicanos, no obstante, les cuesta digerir la idea de que hay que apoyar a Cruz con tal de frenar a Trump.
“El establishment republicano está agonizando”, sostuvo un dirigente republicano de larga trayectoria, Mark Meckler. “Los únicos candidatos que quedan son 100% antiestablishment”.