Es algo que las autoridades estadunidenses se ven venir desde hace rato: Una granada de fragmentación que los narcotraficantes mexicanos hacen estallar en un sitio público.
Solo la torpeza del individuo que arrojó la granada evitó un baño de sangre en un bar del sur de Texas: el hombre se olvidó de desactivar uno de los dos mecanismos de seguridad y la granada no estalló. Pero el episodio revela que una de las armas más mortales empleadas por el narcotráfico ha llegado a suelo estadunidense y las autoridades se esfuerzan por evitar que sigan ingresando al país.
El narcotráfico mexicano ya trajo al país asesinatos y secuestros. Las granadas constituyen una amenaza especial porque pueden matar grandes cantidades de personas en forma indiscriminada y son cada vez más populares entre los traficantes.
“Si alguien le pega un tiro a otra persona, es un acto muy violento. Pero arrojar una granada en un bar lleno de gente, o en un restaurante, eso es otra cosa. Esa persona tiene una perspectiva de las cosas muy diferente”, expresó Bill Newell, agente especial a cargo de las oficinas del Buró de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, según sus siglas en inglés) de Arizona y Nuevo Mexico.
En México ha habido cantidades de ataques con granadas contra policías y mafiosos rivales. Hace casi un año, tres individuos arrojaron varias granadas hacia la multitud durante los festejos del Día de la Independencia, matando a ocho personas y causando heridas a otras 106, en un ataque sin precedentes contra civiles.
A los asesinos a sueldo les gustan las granadas porque son baratas y fáciles de adquirir. Muchas son granadas que no llegaron a ser usadas durante las guerras civiles de Centroamérica y que están siendo vendidas en el mercado negro. Otras son sacadas del país por contrabandistas. Y también llegan a manos de los carteles granadas de las fuerzas de seguridad de los países de la zona: En abril, las autoridades guatemaltecas confiscaron 563 granadas tras una balacera con mafiosos mexicanos y se comprobó que las granadas provenían de bases militares guatemaltecas.
El gobierno mexicano dijo que el año pasado confiscó mil 600 granadas, lo que representa un aumento del 170% en relación con el año previo, en que fueron confiscadas 594. En lo que va del año en curso ya se confiscaron 950.
Y hay indicios de que esas granadas están ingresando a Estados Unidos.
La granada que no estalló en un bar de Pharr, Texas, tenía los mismos trazadores que las que fueron arrojadas en octubre en el consulado estadunidense de Monterrey.
Las tres granadas habían sido fabricadas en el mismo sitio, al mismo tiempo, y formaron parte de un cargamento destinado a Corea del Sur. El fabricante se abstuvo de hacer comentarios para este reportaje.
Las granadas confiscadas en México provienen mayormente de Estados Unidos y Corea del Sur, según la ATF.
Las granadas aparecieron primero en el sur de México y su uso se fue expandiendo gradualmente hacia el norte a medida que tomaba fuerza la guerra entre el gobierno y el narcotráfico, y los carteles buscaban armas más poderosas.
Los militares mexicanos confiscaron 165 granadas y 14 cartuchos de TNT del Cartel del Golfo en una redada realizada en noviembre pasado en una casa de Reynosa, México, próxima a la frontera con Estados Unidos. Ese mismo mes se usaron granadas como elemento de distracción en una emboscada a un jefe policial de Nogales, cerca de la frontera con Arizona.
La granada que no estalló en un bar de Texas el 31 de enero rebotó en el piso y cayó en una mesa de billar. Un agente de la policía fuera de servicio la tomó y la tiró hacia afuera. Nadie resultó herido y no hubo arrestos. Las autoridades no saben si el blanco eran pandilleros rivales o policías fuera de servicio.
El incidente hizo que la ATF distribuyese un alerta a lo largo de la frontera.
“Les dijimos que en cualquier momento podría haber episodios similares” en otros sitios, señaló el capitán Eben Bratcher, de la oficina de alguaciles del condado de Yuma, Arizona