Nos queda menos de un año de vida en el programa mas importante y agresivo que jamás se había planteado en México en asistencia al agro.
Pro-Campo.
Desde 1996 en el tiempo del Dr. Zedillo, se puso en marcha con la firme intención de que a estas alturas, la nación tuviera una sólida y estable plataforma agraria que pudiera competir con sus socios del norte del continente.
Cuando vemos que en el mundo se propugna cada día mas de una forma mas pro-activa el que las grandes naciones acaben o reduzcan sustancialmente sus aportaciones subsidiando sus productos agrícolas para que, en igualdad de condiciones o siquiera en una situación no tan desfavorable para las naciones en vías de desarrollo o economías emergentes, puedan competir en los mercados.
De ahí la ronda de Doha.
Pero con Pro-campo se deseaba una dinámica agraria diferente, fortalecimiento; pero los resultados no concuerdan con los objetivos planteados de elevar los ingresos de los productores, mejorar la competitividad y modernizar el sistema de comercialización.
Siguen los campesinos en una situación de vulnerabilidad ante diferentes cuestiones en los tiempos en que, con crisis alimentaria, deberían estar aun mejor.
¿La culpa?
Pues un poco la idiosincrasia del mexicano, un poco la corrupción del gobierno, un mucho que no alcanzan las reservas nacionales del Banco de México (en niveles históricos) para rescatar de forma emergente al campo, ahora imaginen ¿una partida presupuestal del gobierno federal?, amen claro esta de que el manejo de Pro-Campo esta desfasado, vean.
Los recursos de un lustro a la fecha se reparten mas o menos así; los campesinos que poseen menos de cinco hectáreas (cada hectárea son 10 mil metros cuadrados, ¿vale?, bien y que son el 78 por ciento del total de productores que cubre el Procampo, sólo perciben el 35 por ciento de los recursos.
Pero aun con ello, no alcanzo para todo lo que se proponía, amen claro esta que el resto de los recursos, se le dio a los que son llamados “grandes productores” (que de acuerdo a la ley agraria, poseen más de 10 hectáreas) y que son el 8.0 por ciento del total del agro mexicano y reciben, de parte de Pro-Campo cerca del 45 por ciento de los recursos.
Así que, no es un buen panorama ya que el campo mexicano estará “abandonado” legalmente a su suerte en un año.
Feo panorama, ¿cierto?
Technorati Profile