El desprendimiento que sufrió el Coliseo de Roma el pasado sábado ha avivado el debate de la conservación del monumento y la preocupación entre arqueólogos y expertos, que aseguran que el Anfiteatro Flavio, una de las siete maravillas del mundo, está “enfermo de cáncer”.
La caída de tres fragmentos de casi un metro cuadrado no ha impedido la apertura del monumento, pero ha puesto al descubierto el estado de conservación de su estructura interna, que ha sufrido transformaciones químicas a causa de la contaminación y las vibraciones sonoras provocadas por el tráfico o los grandes conciertos.
Una mutación por la que el carbonato cálcico se convierte en sulfato cálcico, que algunos consideran “el cáncer de la piedra” y que ha obligado a la Superintendencia Arqueológica de Roma a “elaborar una estrategia de intervención urgente”, explica Rossella Rea, directora del monumento, al diario italiano “Corriere della Sera”.
“Las filtraciones de agua han empeorado la situación, pero no hay duda de que la primera causa de este último incidente es la contaminación”, subraya la experta.
Desde hoy, un grupo de arqueólogos efectuará controles para evaluar el alcance de esta “metástasis”, que pone en peligro la arquería y las paredes del monumento, y reemplazará las redes de protección actuales por otras más resistentes.
A pesar del último incidente, que no provocó ningún herido, Rossella Rea subraya que el Coliseo “es seguro y está controlado, pero hacen falta más fondos”.
El pasado abril, el alcalde de Roma, Gianni Alemanno, anunció un plan para su restauración que costará 23 millones de euros (unos 29 millones de dólares).
El Coliseo es uno de los monumentos más visitados del mundo, con 3 millones y medio de visitas en 2009 que procuraron 30,4 millones de euros (unos 38 millones de dólares)