La policía encontró dos nuevos campamentos donde se cree estuvieron retenidas víctimas del tráfico de personas en el sur de Tailandia, uno recién abandonado y otro con un esqueleto enterrado, días después del macabro hallazgo de 26 cuerpos en otro lugar expuesto a la floreciente red de trata de humanos.
“Seguiremos buscando, porque esto significa que los traficantes siguen huyendo y llevándose gente con ellos”, dijo el mayor general Amphon Buarubpron, comandante de la policía para la provincia de Songkla, que se unió a docenas de agentes en una ascensión en el monte Jao Kaew seguido por periodistas y equipos de televisión.
Equipos de policías desmantelaron las ocho chozas del campamento y refugios hechos con bambú recién cortado, donde se encontraron un cargador de celular y ropa, entre otros restos que apuntaban a una reciente evacuación.
El descubrimiento del martes forma parte de una misión para encontrar sobrevivientes -o cuerpos- que según grupos activistas siguen escondidos en las montañas, cinco días después de que las autoridades desenterraran los 26 cadáveres en un campamento cercano junto a la frontera entre Tailandia y Malasia.
Según las autoridades, los campos habrían sido utilizados por una red internacional que trafica con musulmanes de Mianmar – donde son una minoría – y migrantes de Bangladesh, abusa de ellos y los mantienen cautivos hasta que sus familias pueden pagar su rescate.
Por otro lado, en la provincia de Phang Nga, se encontró un esqueleto en un bosque de manglares que se cree pertenecía a una mujer rohingya, señaló el gobernador Prayoon Rattanasenee, guiado hasta el lugar por un rohingya que habló de más campamentos en la zona.
Esa provincia costera es uno de los puntos de entrada conocidos para introducir de contrabando a miembros de esta minoría étnica, que a menudo huyen de Mianmar a Tailandia en abarrotadas embarcaciones.
Los hallazgos han abochornado a Tailandia, que ya está presionada por Estados Unidos y la Unión Europea para atajar el tráfico de personas.