A sus 76 años, el padre Javier Ruiz se dice sorprendido que aquel pedazo de madera de cedro rojo procedente de Socoltenango, y que talló durante largas horas para convertirlo en báculo, fuera escogido por el Papa Francisco para acompañarlo en la liturgia del 15 de febrero en esta ciudad.
“Si hubiera sabido que le iba a gustar al Santo Padre, me hubiese esforzado más en su elaboración”, afirma.
Y es que, los motivos indígenas estarán presentes en toda la indumentaria e instrumentos que acompañarán al Obispo de Roma en su visita a Chiapas.
El obispo de San Cristobal de Las Casas, Felipe Arizmendi, comenta que el altar tiene en su diseño la pirámide de Palenque, centro principal de la cultura maya, así como las cascadas de agua azul, que fueron puestos no por motivos de folklore, sino por su contenido litúrgico, bíblico, teológico y antropológico.
Y recuerda que en su capilla hay una teología maya católica, es decir, toda una simbología encarnada y planificada en Jesucristo.
En un recorrido de Notimex por la capilla de la Casa Episcopal resalta atrás del altar un Cristo Negro, a sus lados hay dos grandes vitrales con motivos de la teología maya católica: en uno el sol, la luna y las estrellas, y en el otro, la tierra, el maíz y el árbol. En uno de los reclinatorios están apilados los libros “Así tenía que morir Sacerdote”, “El olor del Pastor”, y “El desafío de la Misericordia”.
El párroco de Soyatitán, Javier Ruiz, recuerda que fue aprendiz de escultor en Guadalajara, en la década de los 50, “en ese entonces era un oficio, pero gracias a Dios tuve un gran maestro, Fidel Galindo, quien tenía una amplia herencia de grandes escultores y me enseñó a detallar”.
Con su rostro afable y conteniendo la emoción, señala que desde entonces realiza algunas tareas, o “parches” de restauración, en esculturas de santos que se encuentran rotas, en su mayoría procedentes del siglo XVI.
Sonriendo, platica una anécdota curiosa que le ocurrió años atrás:
-“Una vez unos feligrenses me dijeron que había un Cristo que parecía que estaba haciendo cuernos, pues le faltaban los dedos índice, medio y anular, solo tenía el meñique y el pulgar.
De inmediato me di a la tarea de elaborarle sus dedos, era algo sencillo”.
-¿Qué le motivo a hacer el bastón de pastor para el Papa?
Respira y señala que lo elaboró en un principio para la Diócesis de San Cristóbal, para que lo usara el obispo, sin embargo, el Papa Francisco lo escogió de varios báculos que había en la catedral, “sé que le llevaron las fotos de los báculos hasta Roma, y él escogió el mío. Eso para mí es una distinción muy grande”.
-¿Qué tiene de especial?
Nada, responde de inmediato, es muy sencillo, al Papa no le gustan los lujos, es madera de cedro rojo, lo hice con mucho gusto y amor sin saber que lo iba usar el Santo Padre, tiene una florecitas de cuatro pétalos con un centro redondo es un glifo maya sencillo que representa a Dios, el norte, sur, oriente y poniente, con el lema del obispo, “Cristo es el único Camino”.
Vuelve a reiterar su emoción y expresa el enorme gusto “porque el Santo Padre haya escogido el báculo que elaboré y tallé con mucho amor, durante horas, De haber sabido le hubiera puesto un poco más de esfuerzo, aunque me gustó mucho la sencillez que lleva en sus figuras indígenas”.
El sacerdote de Soyatitán comenta que las obras de arte que inundan cientos de iglesias en el país, proceden de la escuela de escultura de Guatemala, principalmente de Ciudad Guzmán, “aquí en Chiapas las he encontrado, y en templos de Jalisco.
Por su parte, el obispo Arizmendi señala que la casulla, la mitra y el báculo, son ornamentos de la vida ordinaria de la liturgia, y los que usara el Papa Francisco tienen mucha simbología de la cultura maya, mismos que fueron aceptados por El Vaticano.
Por ejemplo, agrega, el báculo tiene flores y los distintos rumbos del cosmos como lo utilizan los indígenas y el diseño del altar tiene la pirámide de Palenque y las cascadas de agua azul.
Tienen muchos elementos artesanales, “no por folklore, pues la fe se encarna en la cultura, y la cultura tiene su pleno desarrollo en Jesucristo, y no hay contradicción en las distintas formas de orar, de expresarse”, concluye.