Los haitianos están huyendo por cientos o miles de su capital devastada, dijeron funcionarios asistenciales el viernes, mientras el gobierno nacional prometió ayudar a que casi medio millón más se muden de los precarios campamentos en terrenos baldíos y en las inmediaciones de las carreteras, hacia otros más seguros y limpios.
Funcionarios de ayuda dijeron que unas 200.000 personas han escapado de la capital, dejada en ruinas por el terremoto, a bordo de autobuses o transbordadores repletos. Otros lo han hecho a pie.
Para quienes se quedan, los ingenieros llegados del extranjero han comenzado a aplanar la tierra en las márgenes de la ciudad, a fin de levantar una especie de ciudades de carpas, previstas como solución temporal, que podrían albergar a 400.000 personas.
La meta es frenar la propagación de enfermedades en cientos de asentamientos improvisados que carecen de agua o drenaje. Las familias sin hogar han levantado carpas o chozas, con cartón o los desperdicios a la mano, para protegerse del sol.
Pero esos refugios hechizos serían inútiles una vez que llegue la temporada de lluvias.
Los nuevos campamentos “van a ubicarse en lugares donde tendrán al menos algunas instalaciones adecuadas”, avizoró Fritz Longchamp, jefe del estado mayor del presidente Rene Preval, en declaraciones hechas el jueves a The Associated Press.
Las cuadrillas de rescate comenzaron a abandonar la esperanza de hallar a los últimos supervivientes del terremoto de magnitud 7 que sobrevino el 12 de enero. El jueves fue aparentemente el primer día desde el cataclismo en que no hubo rescates exitosos de entre los escombros, dijo el vocero de la misión de la ONU David Wimhurst.
“Todos esperamos que haya otros supervivientes y que puedan ser encontrados, pero entre más días pasan sin que haya señales de vida estas esperanzas son menores”, agregó.
En vez de esas labores, los ejércitos extranjeros de ayuda pusieron su atención en ampliar el suministro de comida, agua y medicamentos para las multitudes afectadas.
Grandes extensiones de Puerto Príncipe quedaron destruidas, y más de 500 campamentos improvisados, con una población de unos 472.000 damnificados, están ahora diseminados en toda la capital, dijo Jean-Philippe Chauzy, vocero del Instituto Internacional de Migración de Naciones Unidas.
Longchamp espera que los autobuses comiencen a trasladar a los refugiados del sismo hacia el primero de los campamentos previstos para finales de este mes, pero las agencias asistenciales son cautas respecto de ese cronograma.
“Estos asentamientos no pueden construirse de la noche a la mañana. Hay estándares que tienen que ser diseñados por expertos. Hay que nivelar el terreno, recibir y distribuir las carpas, así como acondicionar instalaciones sanitarias y de agua”, dijo Vincent Houver, jefe de misión del Instituto en Haití.
El traslado será voluntario y temporal, de acuerdo con Elisabeth Byrs, vocera de la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, con sede en Ginebra.
“Esto es para ayudarlos en una primera etapa. Después, la gente decidirá si quiere quedarse”, añadió.
Mucha gente trata sólo de salir de la capital, ya sea de vuelta a las comunidades rurales o a las casas de sus padres o familiares en la provincia.
La Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) informó el viernes que incluso 200.000 haitianos han huido de la capital y muchos más tratan de hacerlo.
El maestro de computación Daniel Dukenson cruzó la capital a pie para tomar un autobús con su familia rumbo a la casa de un primo en el pueblo costero de Saint Marck, en un viaje de dos horas.
“Me gustaría regresar pero va a llevar mucho tiempo para que Puerto Príncipe vuelva a levantarse, quizá dos años”, dijo Dukenson, de 28 años, en una entrevista telefónica con The Associated Press. Agregó que espera ganar algo de dinero enseñando inglés luego de que su casa se derrumbó.
Un reporte de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional sugiere que al menos 100.000 personas han emigrado a Gonaives, una ciudad de unos 280.000 habitantes que también trata de recuperarse del embate de dos huracanes seguidos en el 2008.
La huida de Puerto Príncipe representa una marcha atrás, luego de décadas de migración desde las zonas rurales, donde la deforestación y la erosión han vuelto estériles las tierras.
Otros más han intentado escapar a otros países. La embajada de Estados Unidos rechazó a cientos de personas que pedían viajar en los aviones que transportan ayuda e incluso algunos de los ciudadanos estadounidenses que buscaban pases se quedaron sin poder salir de Haití pues las autoridades estaban rebasadas.
El gobierno de Haití estima que el terremoto del 12 de enero mató a 200.000 personas, tal como reportó la Comisión Europea. Añade que 250.000 personas resultaron lesionadas y dos millones se quedaron sin hogar, en una nación de nueve millones de habitantes. Otras fuentes dan estimados menores.
El desastre ha provocado lo que según la Cruz Roja es el mayor desplazamiento de equipos de emergencia en sus 91 años de historia. Naciones de todo el mundo han ofrecido lo que pueden, más de 500 millones de dólares de naciones europeas, dinero procedente incluso de países muy pobres, como Chad y Congo, y una tonelada de té de Sri Lanka.
El Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas ha distribuido más de 1,4 millones de raciones de comida, cada una con tres porciones, y tiene una flota de camiones que transportan alimentos y suministros desde República Dominicana.
“Prevemos inundar el país con comida”, dijo Myrta Kaulard, directora del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, en declaraciones a The Associated Press.
Para agilizar esa ayuda, el Ejército, la Armada y la Guardia Costera estadounidenses tratan de reparar el único muelle industrial viable en la capital de Haití, que es clave para recibir los grandes navíos con ayuda así como para facilitar la recuperación en el largo plazo.
Por ahora sólo cuatro barcos han podido atracar en el muelle, donde las fisuras de 40 centímetros de ancho hacen que sea peligroso que más de un camión trabaje a la vez para descargarlos.
Las grúas del puerto están destruidas peligrosamente y las autoridades militares reconocen que el daño es tan grave que no se puede predecir para cuándo se podrá trabajar con grandes cargas en el puerto, incluyendo los buques cisterna con suministros de combustible para la isla.