Beatriz González Rubín
“Existe un solo pecado y ese es robar. Todos los demás pecados son simplemente variaciones de robar. ¿Entiendes? Cuando matas a un hombre, robas una vida. Le robas a su esposa el derecho de tener un esposo, a sus hijos el derecho de tener padre. Cuando dices una mentira, le robas a alguien el derecho a la verdad. No hay acto más despreciable que robar.”
Inicio este texto con una cita del libro “Cometas en el Cielo” de Khaled Hosseini, el cual leí hace varios años y me marcó profundamente, la historia es muy bella y las palabras del autor son determinantes.
Todos somos conscientes que el robo es el pan nuestro de cada día, hemos sido víctimas de tan deleznable situación: quedarte sin tus bienes, los que compraste con esfuerzo y trabajo no es justo, pero ¿qué pasa cuando el robo no es físico si no, es de una idea, de una obra a la cual le dedicaste tiempo y esfuerzo? Es indudablemente igual de doloroso y sobre todo cuando la acción proviene de alguien en quien confiaste y a quién considerabas cercano y hasta “amigo”.
En tal caso, el robo recibe el nombre de plagio, “el plagio constituye el más grave atentado al derecho de autor, pues en esencia significa desconocer la paternidad del autor, y por consiguiente, la relación que le une con la obra sustrayéndole a todo conocimiento e ignorándole toda aportación creativa[1]”
¿Que implica hacer plagio más allá del robo como tal? Creo que es una situación de ética personal y de ser congruente con lo que se cree y se valora. Todos tenemos la capacidad de ser creativos (eso quiero creer), unos más que otros, pero tomar la idea o el desarrollo de la idea de otra persona y hacerlo pasar por propio y más cuando, como lo dije anteriormente, hay confianza, cercanía y una supuesta amistad, es la peor forma de traición, engaño y todo con el fin de sacar un beneficio personal, éxito y reconocimiento.
La persona que hace plagio hace daño y se hace daño, se engaña, se regodea en un triunfo que no le pertenece, llega a creer que es un genio, transmite contenidos como si fueran propios. Esta muy de moda la piratería, se nos hace fácil comprar películas de diez pesos, justificándonos por lo caro que esta el cine, hay muchos anuncios que critican y reprueban el hecho, pero es evidente que nuestra moral se ha relajado y permitimos y aceptamos piratería y plagios (tanto en trabajos profesionales como escolares) negándonos la capacidad de reflexión y pensamiento profundo, “Total si otro idiota ya lo hizo, lo uso y digo que es mío, ¿Quién se va a dar cuenta?”
Es evidente que existen los derechos de autor que castigan el plagio de manera legal, pero ¿quién castiga la confianza traicionada de un amigo, de alguien que creyó en ti y te entregó su trabajo, te invitó a su vida para JUNTOS desarrollar una idea?
En fin, así es la vida y a esto nos enfrentamos, cuiden su trabajo, no dejen que nadie les haga daño y sobre todo, piensen muy bien quién merece estar cerca de ustedes y ser partícipe de sus ideas mas geniales.
(1) http://www.ventanalegal.com/revista_ventanalegal/plagio_ilicito.htm