La Venus de Milo, joya del arte griego del Museo del Louvre, está nuevamente expuesta tras una restauración de varios meses que dejó a la luz algunos de los secretos de esta estatua que llegó a Francia hace más de dos siglos.
Estrella de las colecciones del Louvre, junto a la Victoria de Samotracia y la Gioconda, la Venus de Milo está ahora instalada en una gran sala reacondicionada especialmente para ella, para que los seis millones de visitantes que cada año visitan el museo puedan admirarla en las mejores condiciones.
El conjunto de las salas de arte griego clásico (de los años 450 a 30 antes de J.C) fue reorganizado para tomar en cuenta la difícil gestión de los flujos de turistas que implica la presencia de una obra de arte de su talla.
Descubierta por un campesino en 1820 en Milo, en las Cícladas, esta estatua de mármol data del año 120 antes de J.C.
Francia la compró en 1821, a través del embajador de este país en Constantinopla, cuando Grecia estaba bajo dominio otomano.
En aquella época el Museo del Louvre reacondicionó una sala especial de más de 200 metros en donde fue expuesta entre 1848 y 1934. Es en ese lugar, renovado, que hoy la recibe tras permanecer expuesta desde 1934 en una sala tres veces más pequeña.
“Antes de moverla verificamos su estructura”, explicó a la AFP Jean-Luc Martinez, director del departamento de antigüedades griegas, etruscas y romanas. La última vez que fue desplazada, en 1964 para un viaje a Japón a pedido de André Malraux, ministro de Cultura del gobierno del general Charles de Gaulle, los dos bloques principales que la constituyen se movieron.
Una gammagrafía (que utiliza rayos gamma) permitió verificar que la estatua podía ser desplazada.
Sin embargo, la escultura es muy frágil en su parte superior (cabeza, hombro, espalda) ya que fue expuesta durante mucho tiempo en exteriores.
La restauración, confiada a Anna Martinotta, fue realizada entre noviembre de 2009 y abril de 2010.
La Victoria de Samotracia, también muy sucia, debe ser restaurada en 2012.