Un sacerdote de Estados Unidos defendió el martes la actuación de El Vaticano en torno a un cura acusado de violar niños sordos durante 24 años en Wisconsin y consideró injusto asumir que el actual Papa se hubiera enterado del caso cuando se hizo la denuncia interna en 1996.
Thomas Brundage, que ayudó a mediados de la década de 1990 a la diócesis de Milwaukee a investigar las denuncias contra el cura Lawrence Murphy, dijo por teléfono desde Alaska que la oficina vaticana de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe recibe gran cantidad de correo.
Sería injusto asumir que el entonces jefe de ese departamento de El Vaticano, el cardenal Joseph Ratzinger, quien hoy es el Papa Benedicto XVI, hubiera visto las dos cartas que denunciaban las violaciones.
Rembert Wakland, entonces arzobispo de Milwaukee, envió dos veces en 1996 a la oficina de Ratzinger las misivas que contenían las denuncias contra Murphy, quien supuestamente acosó sexualmente a menores de 1950 a 1974 en la Escuela para Sordos de Saint John cerca de esa ciudad, en la que trabajaba. Murphy falleció en 1998.
“Es parte del protocolo que cuando uno escribe a un departamento de El Vaticano uno dirija las cartas al jefe de ese departamento”, dijo Brundage, de 47 años y quien es pastor de la Parroquia de Saint Michael en Palmer, Alaska.
“No hay manera de saber si la carta llegó a su escritorio (de Ratzinger) debido al enorme volumen de correo que le llega”.
Brundage comparó el proceso con el envío de una carta al editor de un diario, quien no lee necesariamente todas las misivas.
El Vaticano afronta un alud de críticas desde la reciente difusión de documentos de la iglesia y de El Vaticano que muestran que la oficina de Ratzinger frenó procedimientos judiciales internos que habrían conducido a la expulsión de Murphy.
El cardenal Tarciscio Bertone, otrora adjunto de Ratzinger durante la investigación y actual secretario de estado de El Vaticano, había dicho a los obispos de Wisconsin que comenzaran procedimientos disciplinarios secretos, según los documentos.
Sin embargo, Bertone detuvo el proceso después de que Murphy escribió a Ratzinger que estaba arrepentido y enfermo, y se había agotado el tiempo de vigencia para las investigaciones del caso