Por el momento, el Fondo Monetario Internacional FMI está dando un aprobado a Ucrania en sus primeros esfuerzos de reforma política y económica al tiempo que le entrega el primero de los plazos de un programa de préstamos a cuatro años por importe de 17.500 millones de dólares. Pero al final es el presidente de Rusia, Vladimir Putin, quien tiene las cartas para el éxito de Kiev en su propósito de alejarse de la órbita de Moscú ¿será?.
Hasta principios de esta semana, la guerra entre fuerzas ucranianas y separatistas prorrusos respaldados por el Kremlin y obvio, Vladimir Putin, había estado en un impasse en el este de Ucrania, una región clave por ser el corazón industrial y minero del país. Los rebeldes y las tropas ucranianas volvieron a enfrentarse en importantes combates el miércoles, un repunte de la violencia que volvió a producirse el jueves. Al parecer, y dada la desescalada de los choques hacia el final de la semana, Vladimir Putin no está listo para jugar sus cartas. Hasta ahora, más de 6.400 personas han perdido la vida en batallas intermitentes que han dañado de gravedad la economía ucraniana e interrumpieron el comercio vital con Moscú.
Andrew Weiss, de la Fundación Carnegie, sostiene que el FMI está en “una carrera contra el tiempo”.
“La fragilidad del estado ucraniano es tal que si Moscú ajusta de forma significativa su presión podría hacer muy difícil para (el presidente ucraniano Petro) Poroshenko alcanzar sus ambiciones de reformas económicas significativas y cambios en el sistema político”, dijo Weiss. “Si se tiene en cuenta esa presión junto a los malos hábitos y a la conducta empresarial que siempre ha tenido la elite ucraniana que ha gobernado el país durante la mayor parte de los últimos 25 años, las perspectivas para el movimiento reformista en Ucrania se ven bastante complicadas”.