Todo empezó con una pelea de muchachos en torno a unos fuegos artificiales. Y terminó en una confrontación entre cientos de personas de dos grupos étnicos distintos.
Incidentes como esos reflejan las tensiones étnicas que hay en buena parte de China, las cuales estallaron esta semana en la región occidental de Xinjiang y dejaron 156 muertos.
El problema es más grande grave en el oeste del país, en vastas extensiones donde las dinastía imperiales chinas se apoderaron de territorios de budistas tibetanos, uigures musulmanes, mongoles nómades y los hui, otro grupo musulmán. Pero el resto del país no está inmune a estos incidentes: la riña sobre fuegos artificiales se produjo en febrero en la provincia de Henan, en el centro del territorio nacional.
En los incidentes más recientes, el malestar con la forma en que las autoridades lidiaron con una pelea entre trabajadores uigures y han en una fábrica del sur de China desató una protesta el domingo en Xinjiang, 3.000 kilómetros (1.800 millas) al oeste de Beijing. Los uigures golpearon a los han, el grupo étnico más grande de China, y quemaron sus negocios y sus automóviles. Las fuerzas de seguridad pusieron fin a los desmanes, tras lo cual vigilantes de ambos bandos perpetraron ataques en la capital regional de Urumqi.
“Hay una gran desconfianza entre los grupos étnicos”, comentó Nicholas Bequelin, especialista en Asia de la organización Human Rights Watch de Nueva York. Episodios como la pelea en la fábrica revelan que “hay estereotipos negativos, un cierto racismo, y que cada comunidad se cuidavió el desarrollo económico de Xinjiang y del Tibet, pero al mismo tiempo impuso el idioma y la cultura china e ignoró las quejas de las minorías, acusando a exiliados de fomentar la agitación desde el exterior.
Muchas comunidades minoritarias se mantienen en la pobreza, lo que refuerza el estereotipo predominante entre los han de que los otros grupos étnicos son perezosos y desagradecidos. Los han representan el 91% de la población.
Las tensiones pueden estallar en cualquier momento.
La riña de febrero en la provincia de Henan comenzó cuando muchachos han y hui se pelearon en relación con unos fuegos artificiales. Un accidente de tráfico del 2004 en otro pueblo de Henan degeneró en una disputa que dejó al menos siete muertos, según la cifra oficial, aunque algunos informes de prensa indicaron que la cantidad de fatalidades puede haber llegado a los 150.
Más hacia el este, en la provincia de Shandong, la policía mató a tiros a por lo menos cinco hui durante una protesta en el 2000, luego de que un carnicero han promovió la venta de “carne de cerdo musulmana”, enfureciendo a los musulmanes, que tienen prohibido comer puerco.
Incluso entre los mismos han surgen incidentes por rencillas de vieja data entre distintos grupos. En marzo debió intervenir la policía para separar a los residentes de dos pueblos de la isla de Hainan, luego de una riña que dejó un muerto. La prensa oficial dijo que la pelea giró en torno a una disputa por tierras que lleva 80 años.
Uigures y tibetanos dicen que discriminan contra ellos cuando buscan trabajos o piden préstamos.
El gobierno central impuso una política educativa en la que se van dejando de lado los idiomas de las minorías a medida que progresan en los estudios, y en los niveles más altos se habla únicamente chino. Tibetanos y uigures dicen que eso los perjudica, tanto en los estudios como en el mercado laboral, mientras que las autoridades sostienen que, por el contrario, los ayuda a insertarse en la sociedad.
El gobierno también restringe la religión, designa a los imanes y los clérigos de alto rango, limita la cantidad de monjes, destruye las madrasas (escuelas musulmanas) que no están registradas y prohíbe que estudiantes y menores asistan a servicios religiosos.
La actitud del gobierno “es que los tibetanos tienen que hacerse chinos y que los uigures tienen que hacerse chinos”, sostuvo Andrew Fischer, especialista en China occidental del Instituto de Estudios Sociales de La Haya, Holanda.
Beijing justifica esa política destacando los progresos económicos que ha habido en las regiones donde abundan las minorías.
“La posición de los grupos dominantes en los últimos 50 años ha sido que las minorías se han beneficiado de la liberalización pacífica, han sido incorporados a la patria, y que no hay problema alguno”, afirmó Fischer.
La desconfianza entre los distintos sectores es palpable y durante los juegos olímpicos del año pasado en Beijing la policía le dijo a los hoteleros que no le alquilasen habitaciones a tibetanos, uigures o mongole