Beatriz González Rubín
“A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar,
pero el mar sería menos si le faltara una gota”
Teresa de Calcuta
Hoy quiero hacer una reflexión tal vez muy personal, pero que a fin de cuentas nos atañe a todos. La razón es muy simple: una de las personas que me ayuda, me sirve y me proporciona seguridad día a día, fue víctima de los desgraciados que aman lo ajeno. Para no hacerles el cuento muy largo, el policía del lugar en donde vivo falto un par de días, al preguntarle la razón me conto que habían entrado al cuartito donde vive solo y se habían llevado las pocas cosas que tenía. La tristeza y la desesperanza eran evidentes en su rostro. No se vale, es aquí cuando el dicho popular “al perro más flaco se le cargan las pulgas” cobra sentido.
Y no están ustedes pa saberlo, ni yo para contarlo, pero tengo corazón de pollo, así que me dispuse a hacer una colecta entre mis vecinos. Muchos generosamente me dieron lo que estaba en sus posibilidades, otros sin embargo se negaron a cooperar. Así es la vida
La poca consciencia que tenemos de la miseria humana es cada vez más evidente, no pido que nos convirtamos en “Teresa de Calcuta” esas almas, como la de ella, son privilegiadas, y de plano son garbanzo de a libra. Pero que tanto nos costaría mirar a nuestro alrededor y percatarnos de aquellos que tienen menos que nosotros, que sufren hambre, frío o simplemente soledad. Una palabra de aliento, compartir algo de lo que tenemos, ser un poco más generosos en una ciudad donde esa palabra está casi completamente olvidada, haría la diferencia. Es imposible cambiar al mundo, pero en nuestro entorno, el cambio individual puede hacer la diferencia.
Hace poco, en una de las clases que imparto, hablábamos de la miseria y la pobreza en el mundo. Mi intención era que los chicos fueran conscientes de la realidad del país, al preguntar ¿Alguno de ustedes ha sentido hambre?, una chica realmente convencida, afirmo que cuando no desayunaba ella, sentía hambre. Tengo que reconocer que me sentí indignada, pero gracias a que no faltó el compañero que la hizo entrar en su error, mi gran boca pudo guardar silencio.
Esta próxima la navidad, y sinceramente mi intención está alejada de lo lacrimógeno y lo cursi, pero creo que es un buen momento para adoptar a “alguien”, cada uno de nosotros sabrá que le hace falta a ese “alguien”: un poco de ayuda económica, palabras de aliento, compañía o simplemente una sonrisa.
Vamos olvidándonos un poco de nuestro egoísmo e individualismo. Vivimos en un mundo donde el otro nos acompaña y les puedo asegurar que siempre, siempre tenemos algo que brindar. La vida da muchas vueltas, tal vez mañana nosotros necesitaremos a los demás.