Monjes budistas cantaron en las playas de arena blanca de Tailandia mientras miles de personas rezaban en las mezquitas de Indonesia en ceremonias de conmemoración del tsunami que hace cinco años mató a 230.000 personas en Asia.
El tsunami, o maremoto, barrió las costas del Océano Indico en 12 países el 26 de diciembre de 2004, en uno de los peores desastres naturales en tiempos modernos. Sus olas gigantescas barrieron poblaciones enteras, diezmaron familias e inundaron playas turísticas la mañana después de Navidad. Los sobrevivientes tuvieron que vadear aguas infestadas de cadáveres.
En Tailandia, cientos de pobladores y de extranjeros regresaron a la playa Patong en la isla de Phuket, poblada de restaurantes y hoteles, para hacer un minuto de silencio a la hora en que el desastre comenzó.
Monjes budistas en túnicas color azafrán cantaron sus plegarias, mientras algunos asistentes se abrazaban entre lágrimas.
Giorgio Capriccioli, un residente italiano, soltó un ramo de flores blancas en el mar en homenaje a dos amigos muertos. Su esposa posee varias tiendas sobre la playa, pero la mañana del tsunami había decidido no ir a trabajar.
“Mi mujer estaría muerta si no fuera porque estaba embarazada y no fue a trabajar ese día”, dijo Capriccioli en la ceremonia, donde había pobladores locales y turistas bronceados en trajes de baño.
En la provincia indonesia de Aceh, que sufrió las peores pérdidas, miles de sobrevivientes rezaron en las mezquitas y junto a las tumbas colectivas donde yacen decenas de miles de personas. Las cerca de 167.000 víctimas fatales indonesias fueron más de la mitad del total.
El maremoto comenzó luego de un terremoto submarino de magnitud 9,2, el más poderoso en 40 años, frente a las costas de la isla indonesia de Sumatra, de la que Aceh es parte.
En Aceh, el terremoto derribó árboles y edificios y la gente corrió asustada a las calles. Unos 20 minutos después, una pared de agua de seis pisos de alto entró desde el mar a la velocidad de un avión de pasajeros. Se llevó los árboles derribados, autos destrozados, refrigeradores. La gente trepaba por los costados de los edificios y corría hacia el terreno más alto.
Más de 13.000 millones de dólares de asistencia llegaron desde todo el mundo. Casi la mitad fue a Aceh, donde puentes, casas y cuadras enteras de edificios se habían derrumbado. Desde entonces, se han construido más de 140.000 nuevas viviendas, 3.585 kilómetros (2.227 millas) de caminos, 1.500 escuelas y 1.047 hospitales.
“Cinco años después … la gente de Aceh se ha levantado y tiene una nueva vida”, dijo el vicepresidente indonesio Boediono a una multitud, cerca del puerto de Ulee Lheue.
“Su lucha para levantarse después de la tragedia del tsunami ha inspirado a la gente de este país y de toda la región”, dijo el funcionario que, como muchos indonesios, usa sólo un nombre.
En Sri Lanka, el tránsito se detuvo el sábado mientras la población hacía dos minutos de silencio por las 35.000 personas que murieron allí.