El Gobierno Federal ha declarado recientemente nuevas Áreas Naturales Protegidas (APN), sin embargo, en los últimos años ha predominado el desarrollo inmobiliario irregular en Quintana Roo porque no tiene la facultad para hacer valer el derecho en materia de desarrollo regular pues las capacidades de vigilancia dentro de estas zonas es insuficiente para la conservación de los ecosistemas.
El presidente Andrés Manuel López Obrador informó el pasado 6 de octubre que México tiene más de 200 ANP que cubren en torno al 11 por ciento de la superficie terrestre y el 22 por ciento de la superficie marina del territorio nacional, lo que ha llevado a la superficie protegida del país a 91 millones 608 mil hectáreas.
No obstante, la presión turística, los recortes al presupuesto de las instituciones ambientales y la falta de permisos a desarrollos inmobiliarios turísticos en Quintana Roo, ya reflejan sus consecuencias sociales y ambientales en destinos como Tulum y la Isla Grande de Holbox.
La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), encargada de administrar las ANP, ha sufrido de recortes al presupuestos mientras se decreta la protección de miles de hectáreas, pues los proyectos de presupuesto de egresos de la Federación presentados al Congreso de la Unión desde 2018 han quitado dinero a la dependencia año tras año.
Otra institución afectada por los recortes al presupuesto es la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) en Quintana Roo, lo que se ha reflejado en una importante disminución en sus capacidades de vigilancia al contar con únicamente dos inspectores en todo el estado, situación que ha sido aprovechada por el desarrollo turístico irregular.
Aunado a esto, en el estado también existe una imposibilidad de obtener los permisos de impacto ambiental por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que pueden incidir en el menor impacto ambiental de los proyectos, lo que la hace proclive a la ilegalidad.
Información de la Secretaría de Ecología y Medio Ambiente (SEMA) reveló que en Quintana Roo solo 33.1% de los proyectos de desarrollo urbano y turísticos, entre el 2018 y 2022, fueron sometidos a una evaluación ambiental para determinar su impacto en el ecosistema y el otro 66% se realizó en la irregularidad.
Mientras que la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI) región Sureste, señaló que obtener un permiso de construcción inmobiliaria en la entidad puede tardar de uno a dos años dependiendo el proyecto y actualmente hay más de 100 proyectos detenidos por esta situación.
Estas problemáticas se han arrastrado a destinos como Tulum, que no cuenta con un Programa de Manejo actualizado para establecer las reglas en materia de desarrollo inmobiliario al interior del polígono, lo que se ha traducido en asentamientos irregulares y falta de normas claras.
En 2015, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) cerró nueve proyectos turísticos ubicados dentro del Parque Nacional Tulum, Área Natural Protegida (ANP) desde 1981, por haber destruido ilegalmente sus ecosistemas, pero esas medidas no han sido suficientes.
De hecho, ante la creciente demanda turística, la cifra de desarrollos habitacionales inscritos en Tulum se quintuplicó en 2021, al pasar de 123 en mayo de 2020 a 625 en la actualidad, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI).
Mientras que en la Isla de Holbox, declarada ANP desde 1994, la situación es la misma al enfrentar graves desafíos ambientales y la pérdida de su esencia natural debido a su popularidad turística y la falta de regulación efectiva, lo que ha propiciado un auge de construcción descontrolada y fuera de la norma.
El Grupo Ecologista del Mayab (GEMA) advirtió en 2020 sobre la construcción de inmuebles turísticos y privados en la reserva, sin permisos y sin las autorizaciones de impacto ambiental por parte de la Semarnat y la falta de inspección y vigilancia de la Profepa.
Un claro ejemplo de un desarrollo inmobiliario que no cumple con las normas, es Shanti Holbox, un proyecto de 120 terrenos en las playas de Punta Mosquito, que son vendidos como mini lotes, pero aunque son presentados como autosustentables, están fuera de toda regulación y no cuentan con autorización de impacto ambiental de la Semarnat.
¿El desarrollo sustentable se puede lograr con éxito?
Los decretos de ANP, sobre todo en Quintana Roo, deben estar acompañados de una estrategia que incentive el desarrollo sostenible de acuerdo a lo que esté permitido en cada una de las áreas con el objetivo de que los recursos del turismo y del desarrollo sean procurados para garantizar la protección de las mismas.
Existen precedentes, tanto en Quintana Roo como en Yucatán, de Áreas Naturales Protegidas que se han protegido con recursos a partir del turismo regulado y sostenible en alianza y colaboración con el gobierno.
Uno de ellos es la Reserva de la Biosfera Sian Ka’an, que fue declarada ANP en 1986 y Patrimonio de la Humanidad en 1987 por la Unesco, por lo que es una de las áreas que se distinguen por sus importantes proyectos orientados a la conservación de la biodiversidad y desarrollo sustentable.
A partir de un esfuerzo inicial por diversificar las actividades económicas de las comunidades y en el área de influencia de Sian Ka’an, las cooperativas fueron capacitadas para prestar servicios turísticos, con un enfoque en objetos de conservación y desarrollo local y de preservación.
El proceso de planeación y visión de largo plazo fue clave para su éxito, incluyendo el contar con un Programa de Manejo que integra Programa de uso público, estudios de Capacidad de Carga y Límites de Cambio Aceptable.
El Parque Nacional Arrecifes de Cozumel es otro caso de éxito, ya que se le conoce como el Gran Arrecife Maya porque se encuentra la barrera de coral más grande del mundo y es el área donde se ha establecido una reserva de coral protegido.
De esta manera ayudan a recuperar y mantener en condiciones óptimas el ecosistema del arrecife, lo que permite que se pueda admirar su fauna marina, y disfrutar del buceo por medio de actividades controladas y responsables con el ambiente y gracias a la protección de esta parte de arrecife, es hogar de 300 especies de peces que habitan en los corales.
Estos casos son muestra de que con la alineación de objetivos específicos enfocados a la protección de estas zonas entre la sociedad civil y los tres niveles de gobierno, es posible lograr una regulación efectiva que permita no sólo proteger el ecosistema, sino generar recursos para mantener su conservación.