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Es evidente que detrás de la iniciativa presidencial para extinguir los fideicomisos del Poder Judicial no hubo un estudio que justificase, ni la corrupción en la utilización de éstos, ni la legalidad de esta extinción. Fue la decisión simple y visceral de vengarse de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por los reveses sufridos en varias de sus iniciativas legislativas. Es un asunto personal que el presidente justifica con el combate a la corrupción.

El Poder Judicial no sólo es la SCJN y sus ministros, sino también jueces, secretarios de juzgado, oficinistas, personal de limpieza y en total más de 55 mil personas que se sienten despojadas de sus derechos por esta decisión de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados.

La narrativa del Presidente se centra en criticar los privilegios de los ministros, y en contraste olvida a toda una infraestructura humana. Por ello el tema laboral se le salió de control. Entre estos fideicomisos están los ahorros que fueron formando los mismos trabajadores a lo largo de los años, por lo cual. No ha habido gobierno con mayor voracidad que éste, ni con mayor opacidad en el manejo de los recursos que incauta. No se percibe que sus acciones estén guiadas por los valores que argumenta el presidente, sino que detrás hay un fin práctico y un beneficio económico.

Era de esperarse que este gobierno —que se autocalifica de izquierda— se inclinase abiertamente a favor de las medidas sociales, minimizando su interés por el ámbito financiero y que precisamente los gobiernos neoliberales fuesen quienes privilegiasen los asuntos económicos.

Sin embargo, no ha sido así, pues el gobierno “humanista” del presidente López Obrador ya en 2020 había extinguido 109 fideicomisos dedicados a desastres naturales, salud, ciencia, educación y otros temas y tomó el dinero que había en ellos para utilizarlo discrecional y opacamente, sin dar cuenta de su utilización.

El Presidente centra toda su justificación para la extinción de los fideicomisos —y el latrocinio sobre estos 20 mil millones de pesos—, culpando de dispendio a los once ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como si todo se dinero estuviese al servicio de estos once togados.

Esta narrativa presidencial manipula y distrae a la opinión pública con una retórica vengativa que no resuelve los graves problemas de la impartición de justicia.

Este nuevo estilo de gobernar ha dejado de ser institucional para convertirse en personalista, lo cual trae graves riesgos de decisiones viscerales y emocionales que pueden tener graves consecuencias futuras para nuestro país.

¿QUÉ PAÍS GOBIERNA?

El Presidente en su mañanera del pasado miércoles 18 destacó la exigencia de que se restituya la paz en la Franja de Gaza y cuestionó al terrorismo.

Sin embargo, se le olvida que no gobierna Dinamarca ni ningún país europeo, sino México, país que en su propio territorio tiene su propia Franca de Gaza en el triángulo de colindancia de Michoacán, Guerrero y Edomex.

En nuestra propia Franja de Gaza circulan tanques y vehículos de tipo militar y armas que no pertenecen al Ejército Mexicano ni a ninguna autoridad gubernamental. ¿Cualquier similitud es coincidencia.

EL IMPACTO DE ESTA GUERRA EN GAZA

Esta guerra ha puesto en evidencia el control de Israel sobre los territorios palestinos, entre los que se cuenta la Franja de Gaza.

La comparación de los mapas geográficos del territorio original de Israel en su nacimiento el 14 de mayo de 1948 —hace 75 años— y el mapa actual de la zona, muestra una expansión territorial de Israel, -a costa de terrenos palestinos-, con la indiferencia de la ONU.

En 1967, después de la “Guerra de los seis días” Israel triplicó su territorio. Ha faltado voluntad de la ONU para delimitar fronteras y pacificar a toda esa región.

Es urgente la mediación de la ONU para evitar un conflicto global, pues otros países islámicos podrían empezar a intervenir en apoyo al pueblo palestino y convertir este conflicto regional en una guerra entre medio oriente y occidente, con el peligroso ingrediente religioso, que trae aparejado el fanatismo irracional. ¿A usted qué le parece? (Presidente de la Academia Mexicana de la Comunicación)

¿A usted qué le parece?

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